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En el clima del bicentenario, que desde hace años viene fomentando una intensa actividad académica, y como genuina expresión de la variedad de enfoques que la historia social y política están desarrollando, esta compilación de dos de los más importantes animadores de la renovación historiográfica argentina da cuenta de la vida política en la campaña durante las primeras décadas del siglo XIX, en un plural que expresa la heterogeneidad social de los diferentes espacios del ex-virreinato.
Este libro se propone analizar el desafío a las pervivencias del orden colonial que es, a la vez, un desafío para el orden revolucionario que se esfuerza por sostenerse y por integrar a los elementos fundamentales del espacio rural. Herederos de la tradición halperiniana, que es cita obligada en cada trabajo, los autores integran nuevas miradas e incorporan información sobre la temática de la que son, cada uno en su especialidad y espacio abordado, experimentados exponentes.
El primer texto se ocupa del espacio cordobés, "Entre la Patria y los 'Patriotas ala rustica'. Identidades e imaginarios, armas y poder entre la independencia y la 'anarquía'. Córdoba en las primeras décadas del siglo XIX". El descriptivo título que eligió Valentina Ayrolo anticipa al lector la diversidad de variables que pondrá en juego para analizar las dificultades que ofrecía a los líderes de la provincia mediterránea sostener el gobierno y posicionarse en el cambiante escenario político rioplatense. A partir de una variada gama de testimonios entre los que se cuentan cartas, biografías y juicios, y de una atenta lectura de la bibliografía, la autora nos introduce en la campaña cordobesa en la que la movilización de ejércitos regulares y monteneras fueron la constante que, desde 1815 hasta los años '30, tuvo en jaque a los gobiernos provinciales. Luego analiza, a partir de la conceptualización de Castoriadis y Ana María Fernández, los "organizadores de sentido" que sostuvieron el accionar de aquellos que, una vez declarada la independencia de España, pugnaban con Buenos Aires en la construcción de un nuevo eje de poder. La autora concluye que durante el siglo XVIII la interpretación de lo que significaba el orden colonial fue cambiando a partir de nuevos ordenadores de sentido surgidos al calor de los diferentes movimientos de oposición a la monarquía borbónica que culminaron en mayo de 1810. Ahora bien, la constitución de los nuevos poderes implicó la definición de identidades políticas que fueron conformando la expresión de un nuevo orden, que a su vez también fue cuestionado por quienes no se conformaban con la distribución del poder.
En "Territorios en disputa. Liderazgos locales en la frontera entre Buenos Aires y Santa Fe (1815-1820)", Raúl Fradkin y Silvia Ratto hacen gala de su excelente manejo de las fuentes de la primera parte del siglo XIX, para revisitar la construcción del poder regional y el poder local, los conflictos, las alianzas y los intereses que hicieron tan difícil ordenar la campaña y sostener el gobierno. Con un relato ameno que prueba, una vez más, que la realidad supera a la ficción, los autores van desentrañando las intrincadas y efímeras redes de alianzas entre comandantes, propietarios de la campaña, autoridades centrales, tribus aborígenes, alcaldes, curas y jefes de milicias, en pos del control de un espacio de poder, del dominio de un grupo de hombres o de la consolidación del directorio y los gobiernos de Buenos Aires y Santa Fe, en tensión también ellos. La historia que había estado centrada en el enfrentamiento de dos proyectos políticos, apoyados en un ejército profesional y en las montoneras, se hace más compleja, más densa, en la que importan tanto las luchas de facciones en el centro de poder, como los liderazgos locales, esenciales para la movilización de los hombres en armas y el control del territorio.
Los dos textos que siguen abordan los años del liderazgo de Güemes en el norte y son complementarios en los problemas y abordajes. En el primero, "Paisanaje, insurrección y guerra de independencia. El conflicto social en Salta, 1814-1821", Sara Mata se ocupa de la cultura política de los actores involucrados en el conflicto, el alcance de la autoridad y los cambios en los vínculos entre los diferentes sectores sociales. Indaga en las razones que tuvieron los milicianos rurales para adherirse al movimiento en contra de España a partir de 1814, exprime las pocos datos demográficos que han quedado y las comunicaciones entre militares para desentrañar el origen geográfico y social de quienes integraban las guerrillas. Luego, interpretando sagazmente unas fuentes que ofrecen más bien la mirada de las elites que la de los gauchos, consigue, sin embargo, un cuadro verosímil del alcance y limitaciones de los motivos políticos de la movilización para quienes integraban las milicas. De igual manera, la autora presenta la disyuntiva para la elite salteña entre volver a la égida española o aceptar las nuevas reglas de juego que imponía la necesidad de defender el territorio, una reglas que ni siquiera el mismísimo Güemes podía hacer cumplir cabalmente, puesto que la guerra había habilitado a los sectores subalternos a expresar también sus propios reclamos y su propia idea del orden.
En el segundo trabajo, "'El orden es el desorden'. Guerra y movilización campesina en la campaña de Jujuy 1815-1821", Gustavo Paz también realiza un análisis de la composición social de las milicias rurales, profundiza en las dificultades económicas que implicó la movilización para la guerra en las zonas rurales, dado que sustrajo a los trabajadores, y tiene en cuent los efectos político-sociales que produjeron los privilegios otorgados a los gauchos reclutados para las milicias. Por un lado, el autor presenta los pormenores de la política de reclutamiento de Güemes y la oposición denodada del Cabildo que veía menoscaba su autoridad civil ante el fuero militar, luego, la exención del pago de arriendos, las requisas de ganado y las denuncias de los peones en contra de los patrones evidencian que la patria no era la misma para todos y que la revolución había abierto diferentes alternativas para la consolidación del orden político y social.
El artículo de Beatriz Bragoni, "Al acecho del orden sanmartiniano. Cuyo después de 1820", muestra la descomposición del poder directorial y sus implicaciones en el caso cuyano, donde la negativa de San Martín a apoyar al Directorio provocó divisiones en el ejército, las que a su vez llevaron a una redefinición de las estrategias de las elites locales que terminaron en la desmembración de la provincia. El prolijo análisis de una trama tan compleja incluye los motivos políticos que llevaron a la defección de una división del ejército sanmartiniano en San Juan, como las conexiones de los rebeldes con José Miguel Carrera, asimismo, las estrategias de las autoridades mendocinas para reclutar y adoctrinar las milicias. Nuevamente se exprimió al máximo la capacidad de los propietarios para poder pagar los sueldos de los militares y se otorgaron fueros con el fin de transformarlas en una fuerza capaz de sortear la amenaza que significaba el líder chileno, esto sólo fue posible cuando se aunaron los esfuerzos económicos y bélicos de las, ahora, tres provincias cuyanas.
Finalmente, Ana Frega en "Después de la derrota. Apuntes sobre la recomposición de los liderazgos rurales en la campaña oriental a comienzos de la década de 1820", estudia cómo se reposicionaron los líderes orientales luego del triunfo portugués y las diferentes alternativas que ofrecía el convulsionado mapa político de la región. La autora aborda equilibradamente un tema caro a la historiografía uruguaya como son las negociaciones llevadas a cabo entre las autoridades luso-criollas y Fructuoso Rivera para lograr su capitulación, al tiempo que despliega un importante cúmulo de fuentes para estudiar con precisión y relatar claramente las efímeras alianzas que entrecruzaronn los intereses de las autoridades brasileñas, el intento de España por recuperar territorios, las estrategias de los diferentes grupos orientales y el posicionamiento de las convulsionadas provincias del Río de la Plata. Finalmente, detalla los resultados de la paz en la campaña, las medidas adoptadas para conformar a propietarios y familias pobres, el rol de Rivera en las acciones en pos de la seguridad, además del intento de control de la circulación de personas.
Desafíos para quiénes, el orden para quiénes, son algunas de las preguntas que transitan los distintos textos. En el fragor de la lucha por la consolidación del territorio y la construcción de un orden social, que no había sido ni era el mismo para todos, las elites emergentes de la experiencia revolucionaria tuvieron que hacer ingentes esfuerzos por controlar a los hombres en armas, porque los necesitaban como garantía del sostenimento de los gobiernos y porque, al mismo tiempo, las milicias habían ganado en capacidad de rebelarse contra ese orden. Una relato histórico que se cuenta con menos héroes y más razones, con menos brillo y más contrastes, que tiene en cuenta a todos los sectores sociales que hicieron la Historia.
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