ARTÍCULOS / ARTICLES
Teresita Gómez
Universidad
de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Económicas. Instituto de
Investigaciones Económicas. CESPA,
Argentina
tmcgomez@gmail.com
Julio
Ruiz
Universidad
de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Económicas. Instituto de
Investigaciones Económicas. CESPA, Argentina
juaruiz@hotmail.com
Cita sugerida: Gómez, T. y Ruiz, J. (2017).
Comercio Exterior Argentino (1935-1946): Comportamiento de las Importaciones en un Contexto de Turbulencia Internacional. Anuario del Instituto de
Historia Argentina, 17(2), e053. https://doi.org/10.24215/2314257Xe053
Resumen
La estructura de la economía
argentina, hasta la crisis de los años treinta, se había
conformado de acuerdo a su inserción en el mercado
internacional como exportador de bienes primarios alimentarios e
importador de bienes energéticos y manufacturados. A partir de
las modificaciones que se producen a nivel del comercio,
especialmente la dificultad de las importaciones de bienes, se
desarrolla la industrialización, orientada hacia la
sustitución de importaciones. Nos interesa analizar la
contribución del comercio exterior a esta transformación
de estructura que se va produciendo. Se utilizan como fuentes: series
de comercio exterior correspondientes a esos años (1935-1947),
revistas especializadas y periódicos.
Palabras clave: Comercio Exterior; Segunda Guerra Mundial; Estructura Productiva; Importaciones; Sustitución de Importaciones.
Argentine Foreign Trade (1935-1946): Behavior of imports in a context of international turbulence
Abstract
The
argentine economy’s structure had been shaped according to its
international insertion as an exporter of food commodities and
importer of energy and manufactured goods until the 1930s’
crisis. As a result of the changes that took place in the
international market, especially the import difficulties, an
industrialization process oriented to the import substitution began.
We
are interested in the contribution that foreign trade makes to this
process. We will use, as sources, foreign trade series corresponding
to those years (1935-1947), specialized magazines and newspapers.
Keywords: Foreign-Trade; Second World War; Productive Structure; Imports; Imports Substitution.
La crisis de 1929/30 introdujo importantes transformaciones en el intercambio entre los países. Representó para algunos el fin de una época, “tal vez más en los ámbitos de la política comercial, del comercio exterior y los movimientos de capital que en otros campos” (Zacchia, 1981).
Uno de los cambios del comercio mundial que más repercutió en Latinoamérica fue el aumento del proteccionismo en el cual se refugiaron los principales países compradores de productos latinoamericanos: el gravamen Smoot-Hawley de 1930 en los Estados Unidos y las preferencias imperiales emitidas por Gran Bretaña tras la Conferencia de Otawa de 1932 tuvieron un fuerte impacto sobre la colocación de las exportaciones1. Por su parte, en la Alemania de Hitler, la introducción del aski-marco (moneda inconvertible con que se pagaba a los exportadores) contribuía a la desintegración del comercio multilateral, ya que con esa moneda solo se podían adquirir productos alemanes. No debemos olvidar, asimismo, la puesta en marcha de una serie de cuotas a la exportación de los principales productores, lo cual afectó los ingresos de aquellos países que los tenían como principales bienes de exportación2. En conjunto, estas medidas actuaron como verdaderas barreras en un comercio internacional que no dejaba de desintegrarse.
Los acuerdos comerciales y los intercambios nos muestran que el bilateralismo primó durante estos años a nivel comercial. Los países industrializados que estaban en proceso de reconstruir sus economías devastadas por la Primera Guerra Mundial buscaban la preservación de espacios geográficos de influencia y la difusión e incorporación de sus productos en mercados de países de la periferia.
Para Argentina, la literatura consigna que a partir de 1934 se habría producido una mejora en los términos de intercambio, la cual, junto a una serie de medidas económicas adoptadas por los gobiernos, posibilitó una fuerte recuperación entre 1933 y 1939 con un gran crecimiento de la industria que dio impulso a una sustitución de importaciones (Díaz Alejandro, 2001; Gerchunoff y Llach, 2010). Si nos atenemos a las variaciones del PBI en el período 1932-39, vemos que fue creciendo, a punto tal que, llegado 1939, estaba casi un 15 % arriba del de 1929, y un 33 % más alto que el de 1932 (Díaz Alejandro, 2001)
Ya a partir de 1932 vemos que se diversifican las instalaciones fabriles a fin de cubrir las necesidades del consumidor argentino. Si bien es constatable que en estos establecimientos se ocupa más mano de obra que en los establecimientos agropecuarios, la producción para mercados externos aún no estaba en el horizonte ni de los gobiernos ni de los empresarios. El mercado interno era el destino necesario de lo producido, y esta situación se observa tanto en Argentina como en buena parte de América Latina. (Bértola y Ocampo, 2010)
En el transcurso de la segunda guerra, pese al desfavorable medio externo, surgieron muchos establecimientos manufactureros. Refugiados de Europa llevaron sus habilidades y su capital a la Argentina, Chile, Brasil y Uruguay, así como a México (Bulmer - Thomas, 1998). Sin embargo, las condiciones de los mercados en los que se basaron no eran similares a las de los mercados europeos. La falta de capitales, unida a sistemas crediticios inexistentes, genera reducidas dimensiones en las empresas que se establecen. En Argentina, por ejemplo, el 30 % de las empresas que existían al fin de la guerra se habían establecido entre 1941 y 1946, pero en conjunto solo representaban 11,4 % del valor de la producción. Varias de estas empresas prosperaron gracias a las condiciones forjadas por políticas activas desde los Estados, entre las que podemos mencionar alta protección, racionalización de importaciones y los subsidios estatales indirectos (Bulmer - Thomas, 1998).
De este modo, la guerra señaló una nueva transición: el alejamiento del tradicional crecimiento hacia afuera, guiado por las exportaciones y la adopción de un modelo de crecimiento hacia adentro, basado en la industrialización sustitutiva de importaciones (ISI). De allí que las importaciones analizadas en este trabajo fueran elegidas por su vinculación con las necesidades y las transformaciones, consecuencias de este proceso de sustitución.
Identificar el cambio que se produjo en la estructura productiva argentina con la crisis de 1930 no es de por sí novedoso. Pero el rol que cumplió el comercio exterior en el proceso de configuración de la nueva estructura económica lo consideramos un aspecto poco abordado. Otro aspecto poco trabajado es la vinculación de los cambios en los destinos de las exportaciones y de los orígenes de las importaciones como consecuencia del conflicto bélico, con la evolución de ambas.
En tal sentido, proponemos analizar en este trabajo las características que asumieron las importaciones en la economía argentina en los años establecidos, vinculando, en la medida de las posibilidades, esta estructura general que se va conformando con el desenvolvimiento de algunos sectores productivos seleccionados. En consonancia con este interés manifiesto, la hipótesis de trabajo alrededor de la cual se desenvuelve el presente artículo es que Argentina, pese a no encontrarse en el corazón mismo del conflicto bélico que se desarrollaba en Europa, vio reducidas sus importaciones en tal magnitud que resultaron afectados, además de su balanza comercial, su aparato productivo y el proceso de sustitución de importaciones iniciado años antes. Si bien la incidencia en la ISI no es parte de nuestro trabajo por el tratamiento en particular que requiere, mencionaremos cómo el intercambio influyó en las estructuras productivas.
La relación comercial generada en esos años con los países latinoamericanos sustituyó en parte lo brindado por antiguos socios comerciales, sin llegar a reemplazarlos totalmente. Se establecieron entre ellos una serie de acuerdos bilaterales que hicieron concesiones tarifarias y no tarifarias. Por su parte, Estados Unidos, con quien también la bilateralidad fue una premisa, era el único mercado que podía brindarle productos de mayor valor agregado. Sin embargo, la relación comercial con este país fue muy fluctuante, a la vez que los requerimientos de divisas actuaron como limitantes en la llegada de productos de ese origen.
Es sabido que el tratamiento del conjunto de importaciones y exportaciones de un país resulta imprescindible al momento de evaluar el crecimiento de la economía. Su estudio requiere de la elaboración de series de precios, productos, homologación de tipos de cambio, relaciones entre países, etc., lo que implica no solo un sostenido esfuerzo sino un tratamiento a largo plazo.
En la historiografía argentina no existen muchos estudios que analicen en particular el comportamiento del sector externo. Por el contrario, en el ámbito de las relaciones exteriores, en todo aquello que se refiere al espacio de la diplomacia, los estudios son más frecuentes (Rayes, 2012)3.
En la bibliografía disponible, muchas veces el tratamiento del sector externo fue de la mano de las estrategias de crecimiento puestas en marcha por los gobiernos que se sucedieron durante estos años (Gómez y Laguía, 2010). En esta línea, contamos con diferentes lecturas que nos ofrecen autores que resultan significativos por el lugar que ocupan en la literatura sobre el período.
Uno de los primeros estudios cuyo interés está puesto en las relaciones económicas internacionales de Argentina es el clásico trabajo de Fodor y O’Connell publicado por Desarrollo Económico en 1972. Es conocido el análisis realizado por los autores del triángulo comercial que se establece entre Argentina, Gran Bretaña y los Estados Unidos desde principios del siglo XX, y de cómo este esquema va evolucionando hacia el bilateralismo, a partir de la crisis de 1930, entre Gran Bretaña y Argentina, para terminar en un desplazamiento desde la esfera de influencia británica a la estadounidense en los años cincuenta. El análisis de las transformaciones en las relaciones centro-periferia en el que se basan los autores permite explicar estos movimientos.
Quien centra también su mirada sobre esos años es Ricardo Ortiz en su conocida obra Historia Económica de la Argentina, en la que hace foco sobre los cambios producidos en el comercio internacional luego de la Primera Guerra. Sin llegar a coincidir con el esquema propuesto por Fodor y O`Connell, complejiza en cierta medida el comportamiento de los grandes jugadores comerciales de la inmediata posguerra, al considerar que el lugar de dominio que Gran Bretaña había detentado durante el siglo XIX fue desempeñado a partir de los años veinte por Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Japón y los Países Bajos.
Cada país inversor empujaba hacia el consumo de sus propias mercaderías y esa multiplicidad de presiones tendientes a lograr fines parciales, y con frecuencia contradictorios, perturbó sin duda alguna el desarrollo normal que venía realizando la Argentina en los planos de la técnica y la economía industrial (Ortiz, 1978, p. 678).
La lucha desarrollada por las diferentes potencias para ubicarse en el mercado argentino no favoreció, según este autor, ni al equilibrio político argentino ni a su capacidad manufacturera.
Por su parte, Carlos Díaz Alejandro (2001) –quien compara el crecimiento económico argentino con el de Australia y Canadá–, al analizar el crecimiento económico argentino anterior a 1929 menciona que, si bien “era razonable pronosticar en 1929 que se continuaría con una especie de crecimiento determinado por las exportaciones, parecía al mismo tiempo que habría de sostenerse cada vez más con la ayuda de la expansión de las industrias competitivas de las importaciones”. Sostiene que el crecimiento durante la década del ’20 fue semejante al de los países desarrollados, acompañado de una tasa de crecimiento industrial muy alto (entre 1917 y 1929, del 7,8 %).
Sin embargo, al detenerse en el comportamiento del crecimiento económico desde 1930, en lo referido al comercio exterior señala la disminución en el volumen de las exportaciones en términos absolutos. Recién verifica una recomposición a partir de 1934, momento en el que observa una mejora en los términos de intercambio. En su lectura, estima que el resultado para la economía argentina fue una fuerte recuperación entre 1933 y 1939 con un gran crecimiento de la industria, que permite impulsar una sustitución de importaciones principalmente en los sectores de la producción de cemento (creció un 17,9 % anual entre 1928 y 1938) y textil (creció al 11 % anual entre 1925 y 1939).
Por su parte, el trabajo de Aldo Ferrer de 2012 (realizado en colaboración con Marcelo Rougier) no analiza específicamente las consecuencias de la guerra sobre el comercio y la economía de Argentina, sino que este tema se encuentra subsumido dentro de los cambios que se produjeron a partir de 1930 y hasta el fin de la guerra. Su visión busca señalar más bien los factores de largo plazo que operaban en la economía mundial, qué consecuencias tuvieron para la Argentina y cómo las políticas activas implementadas en la época trataron de actuar sobre ellos.
En el estudio específico del sector externo, en los últimos años contamos con las investigaciones realizadas por Agustina Rayes, para quien la mayor integración de los mercados internacionales desde fines del siglo XIX favoreció el crecimiento de la economía argentina agroexportadora (Rayes, 2010). Sus trabajos anclan en el tratamiento de las exportaciones entre fines del siglo XIX y la crisis de 1929/30, para su realización utiliza fuentes novedosas y distintos aspectos referidos al sector externo, entre ellos el estudio de las series de comercio de exportación argentina, las llamadas exportaciones indirectas o exportaciones “a órdenes” en el período 1895-1927 (Rayes, 2012).
En la ardua tarea de confeccionar series de productos y de precios contamos con un valioso conjunto de datos de exportaciones que, bajo el título de Evolución del Comercio Exterior Argentino, generaron en forma conjunta Tulio Halperín Donghi, Roberto Cortés Conde y Haydée Gorostegui de Torres. Una primera parte de este trabajo, referida a las exportaciones, fue publicada en 1965 como documento de trabajo por el Instituto Di Tella (Devoto y Pagano, 2009)
Asimismo, se dispone de distintos trabajos realizados sobre estadísticas oficiales como los conocidos de Vicente Vázquez Presedo (1971/1976) y Orlando Ferreres (2010). El hecho de que el conjunto de las series que trabajan no incluya una revisión de los datos oficiales es considerado por algunos estudiosos del sector como una limitación (Carreras-Marin & Rayes, 2013). Vemos, no obstante, que, en líneas generales, muchos de los trabajos de historia económica que incorporan el tratamiento del sector externo parten de estas series estadísticas, las más de las veces a modo ilustrativo, en tanto en otros –como es el caso de este trabajo–, lo hacen introduciendo especificaciones que posibilitan un tratamiento más ajustado de los índices ofrecidos.
En el presente artículo se utilizan las estadísticas del Anuario de Comercio Exterior referidas a los intercambios entre los años 1935 y 1946. Por razones de extensión, en este trabajo nos concentraremos en las importaciones.
Resulta necesario, en primer lugar, explicitar la limitación inherente a la insuficiencia de estadísticas para el estudio de la época. Los prolíficos análisis económicos y sociales realizados por Alejandro Bunge desde la Dirección General de Estadísticas de la Nación (1916-1920 y 1923-1925) abonaron un camino que lentamente se estaba transitando aunque, por entonces, las construcciones de estadísticas se generaban en forma descentralizada4.
En segundo lugar, conviene hacer algunas aclaraciones respecto de la utilización de los datos presentes en la fuente trabajada. En los Anuarios utilizados, las importaciones se encuentran registradas a valores de tarifa hasta 1942 inclusive5. A partir de ese año se cuenta con valores calculados a partir de los valores de facturación denominados valores efectivos6. El valor de tarifa de cada bien es el valor que le asignaba el fisco para la liquidación de los gravámenes correspondientes. Como estos valores no sufrieron modificaciones durante el período examinado permiten analizar la variación del flujo de importaciones de esos bienes en términos reales, de manera semejante a un índice de cantidades que mantiene los precios constantes7. Salvo referencia en contrario, los valores de las importaciones en este artículo son valores de tarifa.
Las importaciones se encuentran clasificadas en más de 2000 artículos que corresponden a grupos de bienes identificados por aforo fiscal. Los mismos se agregan en agrupaciones de productos que, a su vez, se clasifican en subtítulos y títulos8. Por otra parte, en un capítulo distinto, las importaciones se encuentran agrupadas por destinos. Hasta 1944 se cuenta con destinos por subtítulos, pero para 1945 y 1946 no se halla presente esta información.
El análisis de la importancia comparativa entre los distintos títulos se realizó a valores efectivos, pues se observan importantes discrepancias entre las cifras de importaciones a valor de tarifa con las cifras a valores efectivos. Estas discrepancias podrían atribuirse al aumento de los precios durante la guerra y a la estructura misma de las tarifas que no se refieren a un único período.
En un segundo momento, a partir de valores de tarifa, se organizó la información en forma cruzada por productos y destinos en series que contenían las tres variables relevantes para este análisis: año, producto y destino. Estas tres variables fueron relevantes dado el objetivo propuesto en este artículo. De acuerdo a las posibilidades que brindaron las fuentes primarias, la desagregación por destino se hizo a nivel de países, y la desagregación por producto a nivel de subtítulo. Para analizar la interacción producto-destino se utilizan valores de tarifa, pues –como se afirmó previamente– resultan buenos indicadores de variaciones de cantidades. De acuerdo a lo propuesto, se profundizará la relación países-producto para los títulos Textiles y Sus Manufacturas, Maquinarias, y Combustibles y Lubricantes9. Consideramos que estos títulos tienen suficiente poder explicativo respecto de la evolución del comercio exterior en relación con las modificaciones de la estructura productiva que en esos años generan las políticas sustitutivas de importaciones –hecho que se sostiene en buena parte de la bibliografía– (Schvarzer, 1996; Ferrer, 2012; Gerchunoff &Llach, 2010; Díaz Fuentes, 1994)
Previo al análisis de cada título seleccionado, se muestra la evolución comparada de los distintos títulos que componen las importaciones de Argentina entre sí, para lo cual se utilizan, como señalamos, valores efectivos10. Dicha evolución puede verse en la tabla 1.
El principal título de importación es Textiles y Sus Manufacturas que supera el 20 % del valor de las importaciones en el período bajo análisis, salvo en el año 1941 (17,9 %) y en 1946, en el que, a pesar de registrarse un aumento de más del 23 %, dicho título representa el 12,2% de las importaciones de ese año. En los doce años analizados, la participación de este título muestra una leve tendencia decreciente, que parte de un máximo en 1935 del 32,6 %. Esta situación no hace más que poner a la luz la evolución de la industria textil, que se ubicará en segundo lugar a partir de 1935 entre las industrias sustitutivas de las importaciones, detrás de Alimentos y Bebidas (Belini, 2009). Sin embargo, tal como Belini señala, la producción textil se encontró estancada hasta 1939, situación que varió entre 1940 y 1946 cuando registró un 12 % del valor sobre el total de la producción industrial. Si tenemos en cuenta los montos de importación, podemos ver que hacia el final de los períodos analizados estaba en pleno proceso sustitutivo.
El segundo lugar en importancia, si nos basamos en la proporción de las importaciones totales, es compartido por tres títulos: Maquinaria, Hierro y Sus Artefactos, y Combustibles y Lubricantes. Todos estos títulos se verán más afectados que Textiles y Sus Manufacturas por el conflicto bélico11.
Maquinaria alcanza su máximo del 17,1 % en 1938 y representa al menos el 8 % de las importaciones hasta el año 1941; a partir de 1942 (7,4 %) se desploma hasta alcanzar un 3 % en 1944. Finalizada la guerra, como consecuencia de la demanda insatisfecha y recompuestas las relaciones comerciales con los Estados Unidos, crece abruptamente hasta representar prácticamente el 14 % de las importaciones de 1946. Los porcentajes de 1938 y 1946 estarían dando cuenta de un proceso de transformación y elaboración de la producción primaria que requiere la entrada de determinados bienes de capital de los que carece la industria nativa. Si bien la Argentina no sufrió en su territorio el conflicto bélico, su economía también tuvo que adaptarse y definir políticas propias de una economía de guerra12.
Hierro y Sus Artefactos muestra menos variabilidad que el título Maquinaria en su participación en el total importado: su participación máxima ocurre en el año 1937 con un 15 %, y representa más del 10 % de las importaciones hasta el año 1941. En 1942 (6,9 %) comienza a descender hasta el año 1944 en el que representa un 5,5 % de las importaciones. También aumenta abruptamente su participación en el primer año de paz, y alcanza el 12 % de las importaciones de ese año.
Combustibles y Lubricantes muestra menor variabilidad que los dos títulos anteriores, como era de esperar, ya que los productos comprendidos en este sector tienen menos sustitutos cercanos. En todo el período de análisis, su participación ronda el 10 % de las importaciones, con un máximo 16 % en 1940 y un mínimo 8,2 % en 1944. En 1946 representará el 12,1 % de las importaciones. De todos modos, estos porcentajes no nos permiten aprehender las dificultades que su obtención representaba para la economía argentina. De la adquisición de estos productos dependía, entre otras cuestiones, la generación de electricidad y el buen funcionamiento del servicio ferroviario. En virtud de la escasez de carbón y petróleo, Argentina quemaba sus excedentes de trigo, maíz y lino en la generación de energía13. La falta de estos productos en países involucrados directamente en el conflicto bélico, como Estados Unidos e Inglaterra, llevó a firmar, en mayo de 1945, un convenio comercial con Estados Unidos por el cual ese país, por intermedio de la U.S. Commercial Company, se comprometía a embarcar hacia la Argentina “no menos de 500.000 Tn. métricas de fuel oil, en tanto Argentina vendiera a esa compañía el total del excedente exportable de semilla de lino y sus productos, provenientes de la cosecha 1944-45 o anteriores” (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, CARI, 2000). Pero hasta que este convenio vio la luz se vivieron años de muy bajos índices de importación de estos productos.
Un escalón más abajo aparece el título Sustancias Alimenticias que fluctúa entre un máximo del 10,9 % en 1944 y un mínimo del 5,9 % de las importaciones de 1941. Este sector venía disminuyendo en sus importaciones desde la crisis de 1930 según datos proporcionados por Dorfman (1970) en su clásico trabajo Historia de la industria argentina14.
Una situación similar se observa en el comportamiento de Productos Químicos y Farmacéuticos, Aceites y Pinturas en el total de importaciones, con una variación entre un máximo de 11,3 % para el año 1943 y un mínimo de 5,1 % en 1938. En 1944, un informe de la Secretaría de Comercio daba cuenta del faltante de productos químicos que repercutía negativamente sobre la salud pública y el desenvolvimiento industrial. Por último, el título Metales y sus artefactos fluctúa entre un máximo del 7,4 % en 1941 y un mínimo del 4 % de las importaciones de 1935.
Fte: Elaboración propia a partir del Anuario de Comercio Exterior Argentino 1945 y el Anuario Estadístico de la República Argentina, 1948.
Esta rama, si bien es una de las que menos dificultades presentan en lo referido a la sustitución, ya que es una industria poco intensiva en capital, ostenta la paradoja de tener en los inicios del siglo XX un muy pobre desarrollo. No es por falta de demanda interna, ya que, como señala Schvarzer (1971), en esos años la producción local cubría la mitad de la demanda interna. Esta situación tiene una explicación en el rol que Argentina cumplía por entonces en su intercambio con el resto del mundo y, en especial, con Gran Bretaña. En tanto desde la provincia del Chaco se aportaba la materia prima, desde el otro lado del mar nos hacían llegar los productos terminados o semielaborados. La crisis de 1930 va a generar importantes modificaciones en este patrón primario y este sector va a ir cobrando una dimensión diferente. El control de cambios que se impone en los años treinta en Argentina frente a la escasez de divisas condicionará en alguna medida tanto el intercambio como el avance fabril (Schvarzer, 1996). Esta situación es observable en los tratados comerciales con Gran Bretaña. Las manufacturas textiles de ese origen serán permanente tema de negociación, sobre todo a medida que la industria textil argentina produzca cantidades suficientes para abastecer el mercado interno. Otro condicionante importante en el intercambio fue la disponibilidad de divisas, en particular, de libras esterlinas. Al establecer Gran Bretaña, el “área de la libra” en los años treinta, los intercambios que no se realizaban con ella durante la guerra fueron cubiertos por los países integrantes de la Commonwealth (India y Sudáfrica entre ellos).
Este título está compuesto por los siguientes subtítulos: Seda, Lana, Algodón, Hilo, y Yute, pita, cáñamo y otras Fibras. Lo que se observa a nivel agregado (es decir en los totales del título) es una cierta estabilidad en los orígenes de las importaciones, situación que no se verifica cuando se realiza un análisis más desagregado15.
Durante el período de preguerra (1935-1938), el origen más importante, coincidente con lo expresado más arriba, es Gran Bretaña con más de la tercera parte de las importaciones, seguida por la India, Italia y Japón. Se observa una cierta preponderancia de la India que representa entre la cuarta y quinta parte de las importaciones de este período. Estas cuatro naciones suman más del 72 % del título en cada año.
El análisis del segundo cuatrienio (1939-1942) muestra que el Reino Unido sigue siendo el principal proveedor, con alrededor de la tercera parte de las importaciones. La India será desplazada por Brasil, que ocupará el segundo lugar en 1942. Las importaciones textiles desde Brasil crecieron enormemente en consonancia con el crecimiento de esta industria en ese país (Bulmer - Thomas, 1998).
Curiosamente, después de decrecer hasta el año 1941, las importaciones de 1942 más que duplican las del año anterior. Los textiles provenientes de Brasil son los principales protagonistas de este aumento, pues explican la mitad del mismo. Por su parte, las importaciones desde Gran Bretaña también crecieron, pero sólo explican un tercio de ese aumento.
A excepción del algodón y el cáñamo, buena parte de estas fibras no se producían en el país y tampoco resultaban fácilmente sustituibles, por lo que necesariamente debían provenir del exterior. Por tanto, los sectores industriales que requerían esos insumos (como arpillera, sogas, alpargatas, etc.) tuvieron una producción fluctuante, dependiente de la llegada de las materias primas desde sus destinos tradicionales o sustitutos.
El período del fin de la guerra (1943-1946) muestra a Brasil como el principal origen de este título de importaciones, seguido por la India y, en tercer lugar, el Reino Unido. Textiles… como todo el conjunto de las importaciones mostró un importante crecimiento en 1946, sin embargo, el nivel alcanzado supera en un 8,8 % el de 1944, una variación mucho menor que la de otros títulos de importación. Una explicación de este hecho tiene que ver con la participación de Brasil como principal proveedor, y con el hecho de que las importaciones de textiles fueran menos afectadas por el conflicto bélico, tal como mencionamos más arriba.
Algodón
Las importaciones clasificadas como Algodón incluyeron entre el 45 % y el 36 % de todo el título entre 1935 y 1938. Como adelantáramos, no se importaba la fibra, sino bienes intermedios y manufacturas. En la tabla 2 se muestra que el principal origen de estas importaciones es el Reino Unido (39 % de las importaciones del período), seguido por Japón (25 %) e Italia (17 %), lo cual muestra una alta concentración en cuanto a la proveniencia de estos bienes. Bulmer - Thomas (1996) menciona que “la recuperación del comercio exterior en América Latina durante los treinta fue acompañada por un cambio de su distribución geográfica, que aumentó la importancia de los mercados alemán, italiano y japonés a expensas de Gran Bretaña, y en menor medida, de Estados Unidos”.
Fte: Elaboración propia a partir del Anuario de Comercio Exterior, año 1940.
Entre 1939 y 1942, el subtítulo Algodón continúa aportando entre el 34 % y el 48 % de las importaciones de este título, proporciones semejantes a las del período anterior. En la tabla 3 se puede apreciar el impacto del inicio de la guerra a través de la disminución de las importaciones de algodón desde Europa continental y la desaparición de Japón como origen significativo después de 194116. Asimismo, es observable la aparición de los nuevos jugadores: Estados Unidos de América, que supera el 6 % en 1942 y Brasil que crece hasta desplazar a Gran Bretaña como principal proveedor, también en ese año. Las compras de este subtítulo a Brasil representaron el 62 % del total de lo importado en 1942 y superaron en magnitud a las adquisiciones provenientes de Gran Bretaña en cualquiera de los tres años anteriores.
Fte: Elaboración propia a partir de los anuarios de comercio exterior, años 1942 y 1944.
Este subtítulo cae abruptamente en 1943 (más del 60 %), y no recupera los valores anteriores. En 1946, como puede verse en la tabla 4, alcanza el mínimo de toda la serie con una proporción del 16,3 % del nivel de 1935. Estos datos coinciden con un incremento en la producción de textiles que en 1945 abastecía el 85 % de la demanda (Belini, 2009). En este gráfico es posible observar que Brasil sigue siendo el principal origen con más de la mitad de las importaciones, que incluso supera el 80% de participación en 1944 y 1945.
Fte: Elaboración propia a partir del Anuario de Comercio Exterior, año 1948.
Yute, pita, cáñamo y otras Fibras
En segundo lugar de importancia –en el primer cuatrienio analizado– aparecen las importaciones incluidas bajo el subtítulo Yute, pita, cáñamo y otras Fibras que oscilan entre el 24, y el 40 % del total del título y muestran una muy alta concentración en India como país de origen (la menor participación de este país será en 1935 superando el 65 %)17. El segundo proveedor es el Reino Unido, que mostró una participación decreciente, con el 10 % para 1935 y sólo el 6 % para 1938.
En el cuatrienio 1939-1942, este subtítulo sigue aportando en el rango del 24 % al 28% de las importaciones de este título, y conserva el segundo lugar. También continúa mostrando una alta concentración en la India como origen de las importaciones, en tanto el segundo lugar lo ocupa el Reino Unido (con alrededor de un 6 %), de modo que las importaciones provenientes de la comunidad británica de naciones superan siempre el 83 % de los envíos de este ítem (Tabla 5). En su conjunto, este ítem muestra una conducta decreciente durante todo el período, y alcanza, en 1942, dos tercios del nivel de 1937.
Fte: Elaboración propia a partir del Anuario de Comercio Exterior, año 1942.
En la Tabla 6 se muestra la evolución entre 1943 y 1946, período en el que la preeminencia de la India sigue siendo absoluta: su participación mínima alcanza el 65 % en 194618. Sin embargo, en este período se destaca la presencia de Brasil como segundo origen de las importaciones cuya participación varía entre 5,4 % y 12,5 %. Sólo después de finalizada la guerra, Gran Bretaña e Italia logran participar con alrededor del 7 % de las importaciones cada una. En 1946 estos países alcanzan el mínimo de toda la serie, siendo que en 1937 representaban la tercera parte del total de las importaciones. La importancia del yute y la arpillera para el envase de las cosechas es señalada en declaraciones por el Ministro de Hacienda, al expresar que “entre existencias y consumo hay un déficit de arpillera del 50 %. Silos y depósitos se encuentran colmados por la acumulación de cosechas que no pudieron exportarse” (La Prensa, 29/3/1943). Tal como señalan Gómez y Ruiz (2013), las cantidades de granos exportados decrecen durante todo el período de análisis, incluido el año 1946.
Fte: Elaboración propia a partir del Anuario de Comercio Exterior, año 1948.
Seda
El tercer lugar, en el cuatrienio inicial, corresponde a las importaciones englobadas bajo el subtítulo Seda cuya proporción varía entre el 25 % y el 16,6 % de este título. Los principales proveedores son Italia, que aportó entre el 20 % y el 47 %, y Francia, con una participación entre el 10 y el 28 %. Un escalón más abajo aparecen los Países Bajos (entre el 9 % y el 12 %), Japón (entre el 7 % y el 12 %) y el Reino Unido (entre el 5 % y el 14 %).
En el segundo período analizado, el subtítulo muestra un persistente descenso en su participación. Decrece del 21,5 % en 1939 al 16 % de las importaciones en 1942. También aquí se ven los efectos de la guerra, ya que los países de Europa continental pierden participación en favor del Reino Unido que pasa del 7,5 % en 1939 a superar el 55 % en 1942, y en favor de Brasil que de no ser un mercado abastecedor alcanza en 1941 el 22,8 %, índice que apenas se reduce al 21,6 % en 1942.
En el transcurso del último período analizado, el principal origen de las importaciones de seda se sigue desplazando: en 1943 será Gran Bretaña (45,1 %), en tanto que Brasil predominará en 1944 y 1945 (69,3 % y 52,4 %), para pasar a ser Italia el principal abastecedor en 1946 (33,9 %). Las importaciones de seda, además, muestran un alto nivel de concentración, pues Brasil representa el 31,8 % de las importaciones en 1943 y 17,4 % de las importaciones de 1946, años en que no es el principal origen. Los dos orígenes más importantes nunca representaron menos del 60 % en todo este período. Cabe aclarar que, si bien Seda presenta el mínimo de toda la serie en 1943 (16 % del nivel de 1937), las importaciones de este producto crecieron en cada año de este período. A pesar de ello, después de triplicarse en 1946, sólo representaron un 86 % del nivel de 1937. Brasil muestra niveles crecientes y una importante participación (32 % en el cuatrienio), que se explicaría como consecuencia de los cambios de origen que imponía la guerra. Además, según Belini (2009), hasta 1942 las importaciones de seda disminuyeron al ser reemplazados estos productos por la fabricación local de rayón, con la instalación de fábricas como Ducilo, entre otras. Pero en 1942 las dificultades para adquirir insumos básicos como acetato de celulosa, acetona y fuel oil frenaron su expansión.
Lana
Lana19 representa entre el 10 % y el 15 % de los totales del título Textiles y Sus Manufacturas entre 1935 y 1938, y muestra una importante concentración: el Reino Unido proveyó prácticamente el 74 % en 1935, pero con una clara tendencia decreciente que, en 1938, ya era inferior al 58 %. Italia crece desde un 4,7 % en 1935 hasta el 18 % en 1938. En ese año supera a Francia, que era el segundo proveedor con alrededor de un 8 % de las importaciones de ese período. En conjunto, crecen estas importaciones todo el período y en 1938 se halla el máximo de este subtítulo para toda la serie bajo análisis.
En el período siguiente (1939-1942), el subtítulo Lana muestra la misma tendencia decreciente que el título en general, y registra una caída de más del 60 % en el período, a pesar de la leve recuperación de 1942. En cuanto a los orígenes de estas importaciones, se da un acentuado proceso de concentración en Gran Bretaña, que pasa de explicar el 61,5 % en 1939 a representar el 88,6 % de estas importaciones en 1942. Este proceso no sólo se debe a la retirada de otros países europeos como proveedores de importancia (por ejemplo, entre 1939 y 1940, Francia aportó más del 10 % de las importaciones), sino también a que en los tratados comerciales firmados con esa Gran Bretaña, Argentina se comprometía a adquirir esos productos, propios de un rubro en el que los ingleses seguían manteniendo su producción.
Este subtítulo continúa mostrando una alta concentración de las importaciones entre 1943 y 1946. El principal proveedor continúa siendo el Reino Unido, aunque decrece su participación desde el 87,6 % que detentaba en 1943, hasta un 48,2 % en 1946. El segundo origen de estas importaciones será Uruguay durante la guerra (varía entre el 8 % y el 17,2 %). Una vez finalizado el conflicto, Francia recupera mercado, por lo que veremos que ocupa el segundo lugar (20,3 %) y Estados Unidos el tercero (11,2 %). El máximo de este período se da en 1943, año en que registra un incremento del 17 % respecto del año anterior. Pero luego decrece abruptamente, y alcanza el mínimo de los doce años analizados en 1945 (sólo un 4 % de lo exportado en 1938). Este valor es tan bajo que en 1946 no alcanza el nivel de 1943, a pesar de haber aumentado más de tres veces respecto de 1945. En este caso, el crecimiento de hilanderías y tejedurías explica que hacia 1945 se cubriera casi totalmente la demanda interna (Belini, 2009).
Este título está integrado por tres subtítulos: Máquinas y Motores en General, Máquinas e Instrumentos Agrícolas y Vehículos (excluidos los de madera).
Maquinaria es de especial interés pues está vinculado a la importación de bienes de capital. En el caso de las actividades agropecuarias, sus importaciones se hallan discriminadas, en cambio, para el resto de los sectores las mismas resultan difíciles de identificar por cada sector en particular debido a la forma de agrupación que siguen los registros, en los que algunos rubros aparecen con un interesante detalle (como las bombas de hierro) y otros en un modo muy general20.
En el periodo de preguerra, el total de las importaciones crece año tras año y acumula un aumento de más del 250 % entre 1935 y 1938, año en que representan el 17,1 % de total de las importaciones.
En el cuatrienio siguiente puede verse el impacto de la guerra: las importaciones decrecen año a año hasta 1941 donde no alcanzan el 26 % de lo ingresado en 1938. En 1942 se produce un salto aislado de estas importaciones que rozarán el 42 % de lo importado en 1938. Este salto es explicado, casi en su totalidad, por las importaciones provenientes de Estados Unidos.
En el último período pueden distinguirse dos bienios. En el primero, las importaciones del título Maquinaria decrecen hasta alcanzar el mínimo de los tres períodos analizados, en 1944, año en que representan el 6 % de lo importado en 1938. En este bienio se evidencia el corte de relaciones comerciales con los Estados Unidos. La prohibición por parte de Estados Unidos de proveer al mercado argentino de los bienes que venía suministrando –ante la persistencia de Argentina en su política de neutralidad– es particularmente notoria en este sector, del cual el país del norte era el principal abastecedor y quien se encontraba en condiciones productivas de actuar como proveedor. Con la finalización del conflicto bélico–luego de que Argentina declarara la guerra a los países del Eje–, las importaciones aumentarán un 50 % en 1945 y un 640 % en 1946. A pesar de ello, serán sólo el 62 % de las importaciones de 1938. La sextuplicación de las importaciones de 1945 a 1946 es un buen indicador de la demanda contenida e insatisfecha de bienes de capital consecuencia de los motivos antes expuestos. Por ejemplo, si bien en estos años se expandió la producción nacional siderúrgica y aumentó la producción de lingotes de acero, tal crecimiento estuvo limitado por la escasez de materias primas e insumos. Se hizo imposible tanto la renovación de equipos, como la importación de trenes laminadores y equipos generadores, por lo que la producción de hierro redondo para la construcción, el más demandado, no pudo cubrir las necesidades internas. (Belini, 2004).
Vehículos (excluidos los de madera)
Este subtítulo es el más importante entre los componentes de este título en términos de valor. Muestra un significativo y constante crecimiento entre 1935-1938 (superando el 320 % de incremento), y aumenta su participación en el título del 42 % al 54 %. El origen de las importaciones se encuentra concentrado en Estados Unidos pero va perdiendo participación relativa (desde 69,6 % en 1935 hasta 44,8 % en 1938) en favor del Reino Unido y Alemania. La participación del primero aumenta de 15,1 % en 1935 hasta 26,6 % en 1938, y la participación del segundo aumenta en forma constante desde el 5,9 % en 1935 hasta el 13,2 % en 1938. Las adquisiciones a estos países suman más del 70 % de las importaciones de Vehículos… para cualquier año de este periodo. En consecuencia, puede hablarse de un importante nivel de concentración en este caso.
En el período siguiente, su nivel disminuye permanentemente, en 1942 representaron un 16 % de lo que habían representado en 1938. Con el correr de la guerra, los Estados Unidos aumentaron su participación, que alcanzó 89,7 % en 1942. Gran Bretaña, que es el otro origen significativo, va reduciendo su participación desde el 26,8 % en 1939, al 6,9 % en 1942. Para 1942 Argentina había entrado en una virtual “economía de guerra”, fruto de la situación internacional. Del mismo modo en que se restringía el funcionamiento del transporte automotor y ferroviario, por falta de repuestos y combustibles, se limitaban por decisión gubernamental las importaciones de automotores (Gómez y Tchordonkian, 2014).
Entre 1943 y 1945 Vehículos representa alrededor de la mitad de las importaciones del título Maquinaria. En cambio, en 1946 será un 69% de las importaciones de este título. Estas importaciones decrecen hasta 1944, que es el mínimo de toda la serie. No obstante haber aumentado un 70 % en 1945 y más de 730 % en 1946, ese año sólo alcanzó el 70 % de las importaciones de 1938. La participación de Estados Unidos en el subtítulo alcanzará prácticamente el 60 %, una participación inferior a la del cuatrienio anterior. El segundo origen de las importaciones sigue siendo el Reino Unido, cuya participación varía entre el 13 % y el 30 %21.
Maquinarias y Motores en general
Maquinarias y Motores en general alcanza su máximo en 1937, acumula más de un 150 % de aumento respecto a 1935, y decrece levemente en 1938. Su participación en el título disminuye en forma constante (38 % en 1935 a 23 % en 1938). Tal como se mencionó más arriba, en los anuarios no es posible determinar el destino específico de estas importaciones, dada su denominación muy genérica.
Como puede apreciarse en la tabla 7, el orden de importancia de los proveedores se mantiene durante todo el período: de Estados Unidos provinieron más del 32 % de las importaciones en todo el período, de Alemania el 24,8 % y del Reino Unido el 17,4 %. En tanto, la participación del resto de países no alcanza al 5%.
Fte: Elaboración propia a partir del Anuario de Comercio Exterior, año 1940.
Este subtítulo disminuye durante todo este período. En 1942 se importa sólo el 30 % de lo que se había importado en 1937. Si se comparan los totales para cada cuatrienio, en el que estamos considerando estas importaciones están un 45 % por debajo del período de preguerra (1935-1938)22.
Como se puede ver en la tabla 8, Estados Unidos es el principal origen de estas importaciones, y aumenta su participación junto con el Reino Unido a expensas de Alemania hasta 1941, cuando el primero provee un 64 % de las importaciones, en tanto que del Reino Unido proviene un 23 %. En el conjunto de los cuatro años, las importaciones desde Estados Unidos representan poco más del 53 %, mientras que las del Reino Unido explican poco más del 19 % de las importaciones de máquinas de la Argentina.
Fte: Elaboración propia a partir de los anuarios de comercio exterior, años 1942 y 1944.
Este subtítulo presenta un comportamiento semejante al del título al que pertenece para los últimos cuatro años bajo análisis. Disminuye hasta 1944, cuando registra el mínimo de los doce años analizados (9 % de lo importado en 1937). Tengamos en cuenta que, desde septiembre de 1944, Estados Unidos no sólo disminuyó sus permisos de exportación a la Argentina, sino que en represalia al gobierno de Farrell, que no declara la guerra al Eje, sus barcos tienen prohibido hacer escala en puertos argentinos. Al año siguiente, se recupera para pegar un gran salto en el primer año de paz, pues se observa un crecimiento entre 1945 y 1946 de un 370 %, a pesar de lo cual estas importaciones sólo alcanzan al 60 % del nivel de 1937. Suiza, que había crecido en importancia en el período anterior, resulta ser el principal origen que provee la mitad de estas importaciones en 1944 y 1945. Como ya fue señalado, Estados Unidos presenta una participación decreciente hasta 1945 (participa con un 10 % de estas importaciones). Sin embargo, el primer año de paz provee el 40,5 % de las importaciones, mientras que ni el Reino Unido, ni Suiza, ni ningún otro proveedor alcanza una proporción del 20 %. En consecuencia, las importaciones de Máquinas y Motores en General desde Estados Unidos superan el total acumulado de este subtítulo entre 1944 y 1945. En la tabla 9 puede observarse esta evolución así como el protagonismo de las importaciones desde Estados Unidos en 1946.
Fte: Elaboración propia a partir del Anuario de Comercio Exterior, año 1948.
Máquinas e Instrumentos Agrícolas
Máquinas e Instrumentos Agrícolas representa entre el 6 % y el 23 % de las importaciones del título, alcanza su máximo –para los doce años analizados– en 1938, luego de aumentar, desde 1935, un 306 %. El principal proveedor fue Estados Unidos, cuya participación va creciendo desde el 66 % en 1935 hasta el 81,2 % en 1938. En segundo lugar se ubica Canadá, cuya participación va decreciendo desde 21,5 % (1935) hasta el 13,1 % (1938). El tercer abastecedor es Alemania que alcanza el 8 % de participación en estas importaciones en 1936, pero luego disminuye hasta representar sólo el 3,2% de las importaciones argentinas de maquinaria agrícola en 1938.
Entre 1939 y 1942 descienden las entradas de estos productos al mercado argentino, hasta caer, en 1942, a una proporción de menos del 4 % del nivel que tenían en 1938. Por otra parte, se mantiene la concentración descrita para el periodo anterior con proporciones semejantes de participación para Estados Unidos y Canadá.
Máquinas agrícolas tiene su mínimo en 1943 cuando representa el 3,7 % de las importaciones de ese subtítulo en 1938. A partir de allí comienza a aumentar hasta cuadruplicarse entre 1945 y 1946. Sin embargo, este último año sólo alcanzan al 21 % de lo que había alcanzado en 1938, mostrando niveles 35 %inferiores a los de 1935. El origen de las importaciones argentinas de estos títulos continúa concentrado en Estados Unidos y Canadá, y representa al menos un 88 % de las importaciones de máquinas agrícolas en este período. El análisis de la evolución de la capitalización de los sectores agrarios no puede prescindir de las políticas comerciales y de posguerra de aquellas dos naciones.
Este título está conformado por Combustibles y Lubricantes, pero el segundo es muy pequeño en relación con el primero (alcanza al 6 % y en general ronda el 3 % del total de título). Este Título crece desde 1935 hasta 1938-3923 hasta acumular un 26 % de incremento. Luego comienza a descender hasta el año 1944 en el que apenas alcanza un 20 % del nivel de 1939. Aumentará un 21 % en 1945, y luego crecerá abruptamente en 1946, hasta alcanzar el máximo de toda la serie, y superar un 6 % el máximo de 1939. La triplicación de las importaciones entre 1945 y 1946 sería un buen indicador de la demanda insatisfecha de combustibles y de las carencias que tuvo que soportar la economía argentina durante la guerra. Basta señalar que, pese a los aumentos de 1945 y 1946, este cuatrienio queda un 40 % abajo del cuatrienio anterior que fue afectado por la guerra en sus cuatro años.
Combustibles
En el período previo a la guerra, las importaciones incluidas en Combustibles aumentaron todos los años, hasta acumular un 31,1 % entre 1935 y 1938. El principal origen es el Reino Unido, cuya participación decrece en todo el período, desde el 32,6 % al 24,2 %. Después le siguen las posesiones holandesas en América Central, con pequeñas variaciones en torno al 22 %, y Perú, que aumenta su participación desde un 19,6 % hasta el 28,1 %. Sin embargo, en 1936 sólo representó un 4,9 %, pero en ese año Venezuela y Ecuador representaron un 15,6 % de las importaciones de combustibles. Estos tres países (Perú, Venezuela y Ecuador) representaron 22,7 % en 1935, 20,5 % en 1936, 23,9 % en 1937 y 28,1 % en 1938, lo que muestra una estabilidad en su participación conjunta que no se ve en un análisis individual. En cuarto lugar, los Estados Unidos aportaron alrededor del 14 % de las importaciones. Este subtítulo muestra una importante concentración, pues estos cuatro orígenes superan siempre el 80 % de estas importaciones.
En el cuatrienio siguiente, ya en un contexto de conflicto bélico, el aprovisionamiento de combustible para América Latina fue organizado por Estados Unidos a través del Petroleum Pool. (Gadano, 2006). Por su conflictiva relación bilateral, Argentina no participó de esa instancia y buscó proveerse a través de países de la región y en la medida que el conflicto lo permitía, de Gran Bretaña24. Las posesiones holandesas en América Central figuran como el origen de mayor importancia; proveyeron siempre más del 20 % de este subtítulo. Las importaciones desde Perú, principal proveedor de petróleo crudo (Gadano, 2006), crecen del 21,9 % (1939) al 28,5 % en 1941, hasta casi desaparecer en 1942 (5,1 %), año en que Venezuela aporta 34,4 %. Si se suman el conjunto de estos países más Ecuador y Colombia (que aparece en este período con envíos significativos) puede observarse que fueron el origen del 23,9 % (1939), 35,3 % (1940), 48,8 % (1941) y 55,3 % (1942). El impacto de la guerra puede verse en la participación del Reino Unido que, además de caer al tercer puesto en importancia, cambia la tendencia de su participación: sus exportaciones de “Combustibles” decrecen del 23,5 % en 1939 al 7,8 % en 1942. Estados Unidos continúa en el cuarto lugar, su participación primero disminuye y luego se estabiliza, pero entre puntas cae del 21,6 % (1939) al 11,2 % (1942).
En el último cuatrienio, las importaciones de combustibles alcanzan tanto el mínimo como el máximo de los doce años analizados: en 1944 representarán sólo el 19 % del máximo anterior (1939), mientras que con el salto del fin de la guerra superan dicho máximo en sólo un 6 %, triplicando las importaciones de 1945, lo cual muestra que los canales proveedores no se encontraban totalmente restablecidos y la producción local no alcanzaba a cubrir lo requerido.
El principal origen siguen siendo las posesiones holandesas en América, cuya participación decrece hacia el final de la guerra (22,4 % en 1945), y luego repuntan en 1946 hasta representar el 34,8 % de estas importaciones.
En segundo lugar aparece la Unión Sudafricana que crece de un 11,9 % (1943) hasta 28,4 % en 1945, para representar el 16,1% en 1946. Estados Unidos alcanza el tercer lugar y muestra una conducta semejante: crece hasta el 26,9 % en 1945 y decrece al 13,8 % en 1946. Por su parte, Ecuador, Venezuela y Perú, decrecen hasta 1945 (14,7 %) para aumentar en 1946 al 32,2 %.). Es necesario tener en cuenta que las principales empresas extractoras de petróleo en esos países eran estadounidenses, por lo que, en más de una ocasión, petróleo debía ser destinado a Argentina era enviado a otros países por presiones del gobierno de Estados Unidos (Gadano, 2006). En este subtítulo, en el primer año de paz no se verifican las tendencias que se venían observando hacia el fin de la guerra. Gran Bretaña presenta en 1944 déficit en la exportación de carbón de piedra a la Argentina, no por cuestiones políticas (adhesión a las represalias impuestas por Estados Unidos), sino por la insuficiencia tanto de su producción de carbón como de los medios de transporte (La Prensa, 13/10/1944). De allí que se incrementa la importación desde los países limítrofes. En tanto Chile aporta carbón, Bolivia comienza a enviar petróleo por bombeo a la refinería que una subsidiaria de la Standard Oil tenía en Elordi, Salta. De todos modos, la industria petrolera nacional, incluyendo la refinería de petróleo, cayó en su producción un 7,1 % entre 1943 y 1945, en tanto las extranjeras mantuvieron la tendencia declinante de los primeros años de la guerra. (Gadano, 2006)
Lubricantes
Lubricantes muestra un comportamiento diferente, fluctúa y decrece en todo el período 1935-1938, hasta llegar a ser, en 1938, sólo el 67,4 % del volumen de 1935. El principal origen son los Estados Unidos y el Reino Unido. La participación de Estados Unidos decrece del 64,6 % (1935) al 43,8% (1938), mientras que la participación de Gran Bretaña crece del 27,2 % al 52,7 %. Ambos orígenes sumados nunca representaron menos del 91 % de las importaciones de lubricantes.
En el cuatrienio siguiente continúa su tendencia decreciente con fluctuaciones, hasta representar en 1942 sólo el 18 % de las importaciones de 1938. Además, su concentración aumenta al salir prácticamente del mercado el Reino Unido, que pasa de una participación del 62,6 % en 1939 a una de menos del 5 % el resto del período. En esos tres años, Estados Unidos es el origen de no menos del 83 % de estas importaciones.
Lubricantes también alcanza su mínimo en 1945, cuando no llega al 20 % de lo importado en 1935, y se duplica entre 1945-1946, a pesar de lo cual las importaciones de 1946 equivalen a sólo un 62 % de las importaciones de 1935. Al inicio de este período aparecen las posesiones holandesas en América aportando el 53,2 % (1943) y 40,2 % (1944) de estas importaciones. En los años siguientes se restablece la preponderancia absoluta de Estados Unidos (86,6 % en 1945 y 93,9 % en 1946).
El comercio internacional argentino se vio transformado en estos años, como derivación del conflicto bélico que se desarrollaba en el continente europeo y del cual también participaban los Estados Unidos. Hemos podido observar la pérdida de mercados tradicionales (Alemania, Holanda, Francia, Bélgica, Italia), la disminución de la entrada de diferentes productos por diversos motivos, entre los cuales no podemos dejar de considerar la escasez de bodegas y el hecho de no contar con una marina mercante propia, acorde con las necesidades de su comercio. Este panorama no sólo encarecía y dificultaba los traslados de la producción hacia el exterior, a la vez que limitaba satisfacer los requerimientos del mercado interno, sino que exponía a la economía argentina a las sanciones de terceros países respecto de las decisiones de política exterior, tal como hemos mencionado en el trabajo25. En el ámbito doméstico, el diseño de políticas de control y racionalización de importaciones mediante el establecimiento de cuotas, la exigencia de certificación de origen de los productos para evitar el contrabando y la especulación –característicos de etapas de conflicto–, y el control sobre el uso y envío de divisas fueron algunas de las medidas implementadas por los diferentes gobiernos. Este intervencionismo del Estado es consensuado por todos los sectores a raíz de la particular coyuntura que se atraviesa, pero hacia el final del período ya se dejan escuchar las voces que manifiestan la necesidad de volver a políticas que favorezcan “la libre iniciativa individual” y una vuelta hacia el mercado externo. (La Prensa, 6/4/1945)
Expresaba el Banco Central en sus Memorias de 1944 que en Maquinarias, Vehículos, Caucho y sus Manufacturas las cantidades importadas en 1943 apenas representaban el 10 % de las adquiridas por el país en el exterior en 1939, momento del estallido bélico. Las propagandas de los periódicos daban cuenta de estas limitaciones para el consumo26.
La “economía de guerra” que se instaura en Argentina a partir de 1942, causada en particular por la neutralidad que sigue sosteniendo el gobierno ante el conflicto bélico, repercute en la marcha de su economía y en el desenvolvimiento de la industria sustitutiva comenzada años antes. Faltan productos, algunos por dificultades en el transporte marítimo, otros por el boicot orquestado desde Estados Unidos a la llegada de bienes esenciales para la continuación de un proceso de industrialización, y otros por la disminución de la producción en países que se encontraban en el escenario bélico, como fue el caso de Inglaterra.
La recuperación de las importaciones en la inmediata posguerra es consistente con una importante demanda insatisfecha durante toda la guerra. Resulta notoria la disputa sobre el mercado argentino, como integrante de un más amplio mercado latinoamericano, entre Estados Unidos y parte de las economías europeas, muchas de ellas tradicionales proveedoras antes del conflicto bélico. En cuanto a los socios latinoamericanos que se cimentaron durante el período, tanto Brasil como Chile continuarán profundizando el intercambio, en tanto otros se retirarán, al contar el mercado local con sus antiguos proveedores.
La información y los hechos analizados nos permite sustentar la hipótesis planteada de que la economía argentina fue profundamente afectada por el conflicto, aunque no haya sufrido directamente la destrucción causada por la guerra. De allí que consideramos que en muchos aspectos, Argentina se enfrentó a restricciones propias de una economía de guerra. Así, por ejemplo, la importación de Maquinarias y motores en general, subtítulo clave de la inversión productiva en ese momento, nunca superó los niveles de 1937. Si se comparan los tres períodos analizados, en el cuatrienio de la guerra se importaron 79 millones menos que en el primer cuatrienio, y en el cuatrienio del final de la guerra se importaron 130 millones menos que en el primero, lo que representa sólo un 28% del período 1935-1938. Por tanto, el comportamiento de estas importaciones, a pesar del extraordinario incremento de 1946, no alcanza para compensar las demandas de la economía interna. Si se considera que entre 1935 y 1938 mostraron una tendencia creciente, que es consistente con un país en proceso de industrialización, la carencia provocada por la guerra es aún mayor que la que muestran estos indicadores.La situación con Maquinarias agrícolas es aún peor, porque después de quintuplicarse entre 1945 y 1946, el volumen observado resulta un 85 % menos que el total de las importaciones del primer período (1935-1938). En consecuencia, podemos preguntarnos seriamente si la guerra no produjo una descapitalización de la economía argentina que condicionó su evolución futura, contrariamente a lo que concluye buena parte de la literatura sobre el tema.
Observamos que en el período considerado, sólo la industria textil, la que menor complejidad técnica e inversión de capital requería, y, como señalamos, la que menos se vio afectada por las limitaciones del comercio interoceánico, es la que presenta un ritmo de crecimiento sostenido. Es así que al final del período no sólo contribuyó con su producción a abastecer el consumo interno, sino que dispuso de cuotas de exportación a varios de los países latinoamericanos. En el resto de las industrias, tal como se desprende del trabajo de la CEPAL de 1958, la falta de insumos actuó negativamente en su proceso de desarrollo.
Por ello, decimos –en síntesis– que la composición de las importaciones va desde rubros más fácilmente sustituibles, como son los textiles y sustancias alimenticias, a otros como maquinarias, metales, combustibles y caucho (por nombrar los principales), en los que se verifican las mayores dependencias del mercado externo.
Los rubros como maquinarias y vehículos, en su disminución, muestran las limitaciones que va encontrando el proceso de sustitución de importaciones que debe utilizar sus existencias al máximo, ante la imposibilidad de adquirir nuevas unidades27.
Los años 1943,1944 y 1945 se presentan como los más críticos respecto de las importaciones de productos necesarios para la industria nacional, situación que recién veremos revertirse una vez finalizada la guerra.
1 El aumento de los aranceles a la entrada de productos agropecuarios e industriales en EEUU propuesto por los senadores Smoot y Hawley se puso en vigor en 1930 durante la presidencia del republicano Hoover. Por su parte, en la Conferencia de Otawa se conceden aranceles proteccionistas –tarifas preferenciales– en las relaciones comerciales entre Gran Bretaña y los países de la Commonwealth.
2 Por ejemplo, en relación con el azúcar, por acuerdos internacionales, observamos que sus principales productores debían atenerse a cuotas de exportación. Esto limitaba las posibilidades exportadoras de países como Cuba. (Díaz Alejandro, 2001; Bulmer - Thomas, 1998).
3 Por su parte, Mario Rapoport ofrece un completo panorama historiográfico en su artículo “Relaciones internacionales e historia económica: un análisis sobre la historiografía reciente”, en Jorge Gelman, La historia económica argentina en la encrucijada. Balances y perspectivas, Prometeo, 2006.
4 Para un estudio en profundidad de este tema, ver Hernán González Bollo (2014). En la misma línea, Daniel Díaz Fuentes (1994) sostiene que el decenio de 1930 pertenece a la época anterior a las Cuentas Nacionales.
5 Para los años 1943 a 1946 se estimaron los valores de tarifa a partir de la información contenida en los anuarios como cuadros comparativos entre valores efectivos y de tarifa, y cantidades importadas.
6 Antes de 1941 los valores efectivos se calculaban a través de un índice de precios obtenido a través de una investigación de precios de un grupo de artículos seleccionados.
7 Sin embargo, no puede elaborarse un índice de cantidades pues, si bien no se modificaron durante la guerra, las tarifas tienen distintas fechas de entrada en vigencia y no guardan proporción constante con los precios corrientes de esos bienes a un momento único en el tiempo.
8 Estas denominaciones no se utilizan en forma estricta en gráficos y tablas de los anuarios utilizados. También suele ocurrir que el mismo tipo de bienes aparece agregado de distintas formas en el registro de importaciones y en el registro de exportaciones.
9 El análisis de cada título contemplará tres cuatrienios: el primero (1935 -1938), brinda una idea de la composición del comercio argentino antes de comenzar la segunda guerra mundial; el segundo abarca de 1939 –año del inicio de la guerra– hasta 1942 año que encuentra a Estados Unidos partícipe de la guerra (en tanto Argentina sostiene su neutralidad); y el tercero (1943 - 1946), incluye la finalización de la guerra y el primer año de paz, donde pueden visualizarse algunas de las características del comercio argentino de la inmediata posguerra.
10 Si se utilizaran valores de tarifa habría mayores distorsiones en la comparación entre distintos títulos, ya que la relación entre el valor de tarifa y el precio de mercado o el precio real era diferente entre los distintos bienes que componían cada título.
11 Si bien aquí no los tomamos expresamente, debemos tener presente que los precios CIF (costo, seguros y fletes) son los que más aumentaron al extenderse el conflicto. En particular los seguros se elevaron del 1 % al 12 %. (La Prensa, 23 de marzo 1943)
12 CEPAL (1958)
13 La Prensa, 16/03/1945
14 La fabricación de conservas de tomate, de aceites comestibles, chocolates y golosinas desplazaron ya en los treinta la importación.
15 Estos subtítulos no incluyen importación de materias primas, salvo en el caso de Yute…. Sólo comprende importación de manufacturas y bienes intermedios.
16 Los productos europeos no llegaban por el bloqueo que la armada alemana realizaba sobre los puertos europeos, en tanto recordemos que el ataque japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor se realiza en diciembre de 1941, por lo cual quedó restringida la llegada de productos japoneses. Esta prohibición se sumó a la de los productos de origen alemán e italiano, que desde el inicio de la ofensiva alemana habían sido suspendidos.
17 Estas comparaciones son a valores de tarifa.
18 Tal como se señala en La Prensa (28/2/1943) existía una “relativa seguridad de la navegación entre Calcuta y el Río de la Plata, por lo que se ha incrementado el intercambio (…) Ruta menos afectada por las agresiones de los submarinos.”
19 "Hilo" completa este Título representando no más del 1,9% del total del sector.
20 Por ejemplo, en el subtítulo Maquinarias y Motores en General, los artículos 1304a son “Maquinas y Motores diversos y sus repuestos, hasta 100 kg” (en kg), 1304b “Maquinas y Motores diversos y sus repuestos, entre 100 kg y 500 kg” (en kg), etc.
21 La Prensa del 6 de marzo de 1945 informa que los fabricantes británicos de bicicletas (artículo que se contabiliza dentro de este subtítulo) quieren recuperar el mercado argentino para sus productos. Antes de la guerra competían con los franceses e italianos en abastecer el mercado argentino. 1937 había sido el mejor año de exportación de bicicletas; se vendieron más de 800.000 en el año.
22 Si tenemos en cuenta que el crecimiento de una economía aumenta la demanda de este tipo de bienes, la brecha entre lo que se necesitaba y lo que se pudo importar es todavía mayor.
23 Años con un volumen semejante de importaciones.
24 Recordemos por otra parte que EEUU era quien proveía además de petróleo y carbón, materiales y equipos para la industria petrolera y buques para el transporte.
25 La Prensa 7/4/45. Anuncia que en breve podrían venir a puertos argentinos barcos de EEUU. Se informa que se levantó la prohibición de que barcos mercantes estadounidenses se dirijan a puertos argentinos. Esto es parte del programa de completa reanudación de las relaciones diplomáticas y se espera que pronto se restablezcan los vínculos normales entre los países. El corte de relaciones diplomáticas con Estados Unidos dificultaba la posibilidad de llegada de barcos de ese origen y sus productos. Canadá, por su parte, también anuncia el levantamiento de las restricciones al comercio con Argentina interpuestas en 1944.
26 “Haga patria. Economice caucho. Recauchutaje Dunlop prolonga la duración de sus neumáticos (La Prensa, 19/01/1943) así como aquella de la United States Rubber Export. Co. S.A., que señalaba: “Ojo! Ojo! Ojo! Velocidad durante la guerra, 45km/h” (La Prensa, 7/03/1943).
27 Gómez
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Recibido:
25 de abril
de 2017
Aceptado: 18 de agosto
de 2017
Publicado:15 de
diciembre de 2017
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