DOSSIER
La Historia y la historiografía en América Latina en el siglo XIX. Perspectivas, configuraciones, itinerarios
Liliana M. Brezzo
CONICET─Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales─Instituto de Historia
Pontificia Universidad Católica Argentina
lilianabrezzo@conicet.gov.ar
Argentina
Cita sugerida: Brezzo, L. (2015). Susurros y fragmentos. Notas en torno a la escritura de la historia en el Paraguay. Anuario del Instituto de Historia Argentina, (15). Recuperado a partir de: http://www.anuarioiha.fahce.unlp.edu.ar/article/view/IHAn15a04
Resumen
La
escritura de la historia en el Paraguay era, hasta hace poco tiempo,
un objeto prácticamente desconocido, no por inexistente sino,
en ocasiones, por ignorado. Sin embargo, actualmente, se encuentra en
una etapa de repunte gracias a la reubicación de los focos de
interés en investigaciones, a la divulgación de fuentes
históricas heterogéneas y a la apertura de testimonios
escasamente transitados. Este artículo pretende anoticiar
sobre algunos autores y discursos históricos en el Paraguay.
Los argumentos que se desenvuelven aspiran a contribuir, asimismo, a
la revisión del aislamiento
como
determinante de la escritura de la historia.
Palabras clave: Paraguay; Historiografía; Aislamiento; Letrados; Viajeros.
Whispers and fragments. Notes about the writing of history in the Paraguay
Summary
The
writing of history in Paraguay was, until recently, virtually unknown
object, not non-existent, but, at times, ignored. However, at
present, it is in a stage of rise thanks to the relocation of the
focus of interest in research, dissemination of heterogeneous
historical sources and sparsely busiest opening testimony. This
article aims to take notice of some authors and historical discourses
produced in Paraguay. The arguments which they operate aspire to also
contribute to the revision of isolation as a determinant of history
writing.
Key Words: Paraguay; Historiography; Isolation; Letrados; Travellers.
Si hasta hace poco tiempo la escritura de la historia en el Paraguay era un objeto prácticamente desconocido, no por inexistente sino, en ocasiones, por ignorado, en estos momentos se encuentra en una etapa de repunte gracias a la reubicación de los focos de interés en investigaciones, a la divulgación de fuentes históricas heterogéneas y a la apertura de testimonios escasamente transitados. En este sentido hay que destacar el hallazgo y la reciente organización de archivos personales de historiadores paraguayos como Juan E. O’Leary (1879-1969), Carlos Pastore (1907-1996) y Rafael Eladio Velázquez (1926-1994), y también la recuperación de textos y papeles privados como los de José Falcón (1810-1881) y Blas Garay (1873-1899). Si bien algunos de estos testimonios resultan francamente fragmentarios o se encuentran en desigual estado de conservación, constituyen, sin duda, un corpus de apreciable valor, no únicamente para el análisis del historiador, su contexto histórico y su influencia en los ámbitos más dispares de la vida pública sino, de manera particular, para el estudio de las tendencias ideológicas que condicionaron la labor histórica en el Paraguay, los procesos de institucionalización y de profesionalización de la disciplina y los vínculos personales e intelectuales con letrados de América Latina y de Europa. Si bien faltan aún más resultados y expresiones de dichos cambios, a estas alturas ya puede constatarse que los aportes de esos materiales junto a resultados de investigaciones centradas en algunos temas y figuras individuales están afectando debates recientes (Brezzo, 2011; Brezzo, 2015). En este contexto, la identificación totalizadora del aislamiento ─en su doble dimensión geográfica y política─ como determinante del proceso cultural decimonónico, en general, y del historiográfico, en particular, aparece como uno de los principales argumentos a ser revisado.
Las notas que siguen pretenden anoticiar sobre autores y discursos históricos producidos hasta mediados del siglo XIX. Somos conscientes de que este recorte temporal refiere a obras que pueden no ser propiamente Historia en sentido estricto (Aurell, 2013; Olabarri, 1995; Burrow, 2007; Devoto & Pagano, 2009; Woolf, 2011); sin embargo, nos parece necesario contribuir al todavía problemático recuento de quienes se ocuparon de pensar y, sobre todo, de escribir sobre el pasado en el Paraguay. Los argumentos que enhebran el inventario pretenden colaborar, asimismo, a la revisión del, en palabras de Franco Fiorani, isolamento paraguayo (Fiorani, 1992) como determinante de la escritura de la historia.
A comienzos del siglo XVII, el mestizaje en el Paraguay era una realidad que se manifestó también en la escritura de la historia. Así como en México, Diego Muñoz Camargo (1529-1599), hijo de un conquistador y de una madre indígena, escribió una Historia de Tlaxcala y, en Perú, Gómez Suárez de Figueroa (1539-1616) ─apodado “Inca Garcilaso de la Vega”─, hijo de un capitán español y de una noble inca descendiente de los reyes del Imperio indiano, escribió los famosos Comentarios Reales y laHistoria General del Perú, en el Paraguay quedó redactadoel primer discurso histórico producido por un autor nacido en la región. Ruy Díaz de Guzmán (1560?-1629) fechó en 1612 los Anales del descubrimiento, población y conquista del Río de la Plata, que estaban dedicados a reconstruir el proceso del descubrimiento y de la conquista del Río de la Plata hasta la fundación de la ciudad de Santa Fe en 1573. Nacido en Asunción, era hijo de Alonso Riquelme de Guzmán y de Úrsula de Irala, hija mestiza de Domingo Martínez de Irala y de la india doña Leonor. Ha podido probarse que, durante los siglos XVII y XVIII, circularon varias copias del manuscrito, que fueron utilizadas generosamente por cronistas y funcionarios (Cardozo, 1959; De Granda, 1979)1; pero, más allá de estos datos, todo son dudas en torno al texto de Guzmán. Los estudiosos no se ponen de acuerdo acerca del lugar en que fue escrito: si en Asunción, en Santiago del Estero, en Charcas o en Buenos Aires. Tampoco se sabe cuál de las copias que ha llegado hasta el presente resulta la más fiel respecto del manuscrito original y, para colmo de incertidumbres, sólo parece haber llegado una primera parte del relato, puesto que algunas referencias permiten suponer la existencia de una segunda.2No obstante las dudas que aún persisten sobre el itinerario de la obra, resulta innegable que es representativa de un momento en el que, una vez consolidados los establecimientos en América, las experiencias locales pasaron a tener mayor preponderancia en la mirada histórica; esto desembocó en el surgimiento de un “pensamiento criollo”, el cual permeó las visiones del pasado paraguayo. No cambiaron necesariamente los temas, pero cambiaron las aproximaciones al pretérito y la manera de apreciarlo y valorarlo. La mirada se centró en la realidad local, en un territorio determinado (Aurell, Balmaceda, BurkeySoza, 2013).
Aunque le corresponde la primacía por tratarse de la primera obra redactada por un “paraguayo”, hubo textos que precedieron al de Guzmán, vinculados a las historias con el sello de la conquista, que deben ser mencionados. Según se conoce, el primer libro referido al Paraguay se imprimió en Valladolid en 1555. Lo escribió Alvar Núñez Cabeza de Vaca, uno de los principales actores de la conquista española, y se tituló La relación y comentarios del gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca, de lo acaecido en las dos jornadas que hizo a las Indias. Antes de su llegada al Paraguay, este jerezano fue miembro, entre 1527 y 1535, de una expedición que tuvo como finalidad la búsqueda de oro a lo largo del norte de México. Durante el tormentoso viaje murieron muchos de los integrantes del grupo y otros fueron capturados por los indígenas, incluido el propio Cabeza de Vaca. Pasó seis años en cautividad hasta que pudo escapar y regresar a España. Poco después, en 1537, la Corona española lo nombró Segundo Adelantado del Río de la Plata.Una vez en Asunción, comenzaron los problemas políticos por su gobierno, lo que derivó en su deposición, en su reemplazo por Domingo Martínez de Irala y en su envío a España como prisionero. Las dos expediciones quedaron reflejadas en Naufragios (1542), en el que Guzmán recreó su experiencia en el norte de América,yen el citado Relación y Comentarios, quecontiene la reseña detallada y cronológica de su segundo viaje a América, los problemas en el Paraguay y el definitivo retorno a España. También en el siglo XVI apareció, como integrante de una colección de viajes editada en Alemania, el segundo texto, que se tituló Historia del Río de la Plata y Paraguay. Escrito por el soldado alemán Ulrich Schmidl, integrante de la expedición de don Pedro de Mendoza, legó una relación de sus andanzas y de los acontecimientos sobresalientes en esas regiones entre 1534 y 1554.
En este recuento hay que recordar que, en los mismos años de la redacción de la obra de Guzmán, llegaron al Paraguay religiosos integrantes de la Compañía de Jesús, quienes, como es conocido, establecieron en la región las Misiones jesuíticas de guaraníes y se mantuvieron hasta la expulsión de la Orden en 1767. En el transcurso de esa experiencia, muchos de sus integrantes redactaron escritos para ofrecer un relato de sus experiencias o bien para dar cuenta a sus autoridades de lo acontecido en las Misiones. La cantidad y diversidad de textos producidos por los jesuitas —memoriales, crónicas, epistolografía— así como la ausencia de escritos provenientes de autores paraguayos posteriores al de Guzmán permitirían concluir que la historia del país, desde comienzos del siglos XVII hasta mediados del XVIII, fue de la mano de lahistoria oficial de la Compañía de Jesús redactada por Nicolás del Techo, Historia Provinciae Paraquariae (1673), y, posteriormente, por Pedro Lozano, Historia de la Compañía de Jesús en Paraguay (1754).3
Pues bien, con excepción de las copias manuscritas de la obra de Guzmán, no hay constancias de que hubiesen circulado en la provincial Paraguaya alguno de los otrostextos referidos hasta aquí.Las explicaciones han hecho foco en el aislamiento geográfico y en la pobreza en la que se debatió esa región durante el siglo XVII y buena parte del siguiente; circunstancias que determinaron que, a diferencia de lo ocurrido en otros espacios del virreinato del Río de la Plata, el Paraguay no contase con una imprenta civil ni con una universidad, lo que habría limitado, forzosamente, la producción y la circulación de impresos.
Amediados del siglo XVIII comenzaron a registrarse transformaciones administrativas, económicas y sociales que afectaron al Río de la Plata. La creación del Virreinato en 1776, el establecimiento del régimen de Intendencias, la apertura del puerto de Buenos Aires y la eliminación de las restricciones internas al comercio generaron en el Paraguay un crecimiento inusitado de las actividades productivas y del comercio con el exterior, que se dirigía principalmente hacia los puertos de Buenos Aires y Montevideo por medio de la navegación de los ríos Paraguay y Paraná. No solamente se incrementó la extracción de la yerba mate, con la que hasta entonces había participado de manera preferente en el comercio regional, sino que nuevos productos(como las maderas, el tabaco y los cueros) adquirieron significación económica. Esto permitió que se generalizara la circulación de moneda metálica y aumentara la oferta de productos manufacturados europeos en territorio paraguayo.La población pasó de los cerca de cuarenta mil habitantes que había en 1700 a más de cien mil. En resumen, en las décadas finales del siglo XVIII,el Paraguay dejó de ser, en términos comerciales, una región deprimida en la periferia del Virreinato, una encrucijada intransitable (ScavoneYegros & Brezzo, 2010).
La morigeración del aislamiento geográfico que supuso el aumento del tránsito fluvial entre Asunción y Buenos Aires favoreció lapermeabilidad para la introducción y la circulación de personas y de ideas en la provincia, una coyuntura que quizás no ha sido aún suficientemente atendida. Conviene destacar, en primer lugar, la presencia en Asunción de funcionarios españoles ilustrados. En efecto, como territorio fronterizo con los dominios americanos de Portugal, el Paraguay había resistido por largo tiempo y con mucho esfuerzo los embates de fuerzas regulares e irregulares que venían desde Brasil y que fueron empujando a los pobladores paraguayos desde el este hacia el oeste, en dirección al río Paraguay. En 1777, el Tratado de San Ildefonso, entre España y Portugal, que fijó los nuevos límites mediante accidentes geográficos, determinó que debían ser ubicados y demarcados territorios todavía muy poco conocidos. Con ese propósito llegaron al Paraguayoficialesde la armada española integrantes de las Partidas Demarcadoras, como Félix de Azara, Juan Francisco Aguirre, Antonio Cerviño y Julio Ramón de César, quienes recorrieron las regiones del Alto Paraguay y del Alto Paraná, vivieron durante más de una década en la provinciamezclados con su habitantes, trabajaron en el archivo de la ciudad y produjeron informes y escritos sobre su geografía, su historia, su cultura material y sus ideas.Recientemente, la restitución y la publicación de algunos de esos textos han permitido calibrar mejor su importancia.Entre ellos, se destacan los de Juan Francisco Aguirre, autor de un voluminoso Diario en el que incluyó una sección a la que denominó Discurso histórico. Aguirre, en calidad de demarcador, arribó a Asunción en 1784, junto a Azara y De César; su labor se frustró al no comparecer la contrapartida portuguesa en la zona fronteriza al norte del Paraguay. Por esta razón, dedicó mucho tiempo a recorrer la provincia y a recopilar documentos en el archivo de Asunción hasta que en 1796 regresó a España. Fruto de esa extendida estancia fueron la redacción del mencionado Diario y la transcripción de documentos del archivo de Asunción, los cuales, hasta el presente, han sido difundidos parcialmente (Brezzo, 2013).
La multiplicidad de asuntos ─geográficos, sociales, políticos, económicos─es parte sustancial de la obra de Aguirre. Junto a esas materias, la historia ocupa secciones destacadas, de manera particular en las denominadas Discurso histórico,así como en su continuación, Épocas de la provincia del Paraguay o prosecución del discurso histórico, en las que se propuso reconstruir los principales sucesos de la provincia entre los siglos XVII y XVIII. Para ello, comenzó valiéndose de los Anales de Ruy Díaz de Guzmán, pero posteriormente, al avanzar en el tema, la frecuente consulta del Archivo de la Real Hacienda de Asunción y del Cabildo de Asunción lo apartó, según su personal testimonio, de esa obra y le brindó la autonomía necesaria para lograr un relato independiente. Consta que conoció los Comentarios de ÁlvarNúñez Cabeza de Vaca, La Argentinade Martín del Barco Centenera y las Historias de los padres Pedro Lozano y José Guevara, aunque parece que sólo pudo leerlos luego de su regreso a Europa.4
Por otra parte, es bien sabido que el éxito y el prestigio acompañaron a la persona y a los escritos de Félix de Azara. Así, mientras Aguirre luchaba, infructuosamente, para publicar su Diario, la obra azarianacorría una suerte por demás halagüeña. Antes de regresar a España, el Cabildo de Asunción le pidió, en 1793, que trazara un mapa de la provincia y que escribiera una descripción histórica y geográfica; una comisión que cumplió tan a satisfacción que le fue concedido el título de “uno de los primeros republicanos y compatriotas”. En el año 1801 apareció en París la primigenia edición de la Historia Natural de los cuadrúpedos. Al año siguiente Azara viajóa la capital francesa, en la que era embajador de España su hermano José Nicolás. A instancias de este último, se editó en el año 1809 Viajes por la América meridional, en cuatro tomos y acompañado por un Atlas. Las obras alcanzaron plena difusión y ello acreditó su nombre en los medios culturales de Europa y América (Brezzo, 2013).
Junto a los escritos de estos funcionarios yenel mismo sentido de una argumentación sobre la porosidad para la introducción de novedades en el Paraguay entre los siglos XVIII y XIX, hay que mencionar el papel que tuvo la Universidad de Córdoba. Aunque muy lejos de Asunción, ha podido constatarse que fue constante la afluencia de estudiantesa esa casa de estudios gracias, en parte, a la llamada Beca del Paraguay, instituida para solventar los gastos de pensión en la capital cordobesa (Centurión, 1961). Se ha podido contabilizar la matrícula de 17 paraguayos en el lapso comprendido entre 1767 y 1808, entre los que figuraron Fernando de la Mora, Francisco Javier Bogarín, Fernando Caballero y José Gaspar Rodríguez de Francia. Otros cursaron estudios en el Colegio de San Carlos de Buenos Aires, como fue el caso del abogado Mariano Antonio Molas. Algunos de los graduados en Córdoba y en Buenos Aires se incorporaron a su regreso, en calidad de profesores,al Real Colegio de San Carlos inaugurado en Asunción el 12 de abril de 1783. Fue el primer instituto de enseñanza secundaria con que contó el Paraguay y su primer rector fue el Dr. Alonso Báez, graduado en la Universidad de Córdoba. En ese establecimiento se enseñaron Artes, Teología, Escolástica, Teología Dogmática, Moral, Cánones, Gramática, Latín, Retórica, Filosofía, Matemática y Ciencias Naturales, y en los años que siguieron se convirtió en el centro de la vida intelectual de la provincia (Sánchez Quell, 2007).
En la misma línea argumentativa, hay que atender a la ocasión de contactos y de intercambio que supusieron las Invasiones Inglesas. Entre la oficialidad paraguaya que bajó a Buenos Aires para la defensa en 1807, figuraban el teniente Fulgencio Yegros, el alférez Fernando de la Mora, el cadete Antonio Tomás Yegros y los oficiales Manuel Atanasio Cavañas y Juan Manuel Gamarra. Todos ellos pudieron imbuirse de las novedades que circulaban en la capital virreinal y conectarse con la elite político-cultural.
Las circunstancias políticas en las que se encontró el Paraguay luego del trienio 1811-1813, en el que tuvo lugar el proceso de emancipación política, dificultaron laproducción y la circulación de ideas. José Gaspar Rodríguez de Francia impuso el aislamiento político durante su prolongada dictadura, entre 1814 y 1840; desarrolló una política exterior de nointervención y de absoluta neutralidad como medio para consolidar la independencia; esto, en la práctica,configuró un verdadero cordón político que contribuyóa la separación del Paraguay del resto de la región del Río de la Plata. Sabemos que sólo ocasionalmente accedió a que ingresaran extranjeros alParaguay. Es posible contar, sin embargo, con dos textos que versan sobre la sociedad y el pasado del país. Uno de ellos es el del comerciante inglés John Parish Robertson, al que luego se le unió su hermano William. Ambos se dedicaron a un activo comercio de cueros, armas y otras mercaderías a lo largo del litoral, desde Buenos Aires hasta Asunción; hasta que, en 1815, sin que se tengan muy claros los motivos, fueron expulsados del Paraguay. A su regreso a Inglaterra publicaron, años después, las conocidas Letterson Paraguay Comprisingan Account of the Dictador Francia,que completaron con Francia’s Reign of terror, being a Continuation of Letterson Paraguay.. Otra excepción fueron los doctores suizos Juan Rengger y Marcelino Longchamps, quienes actuaron como médicos de cuarteles y de prisiones durante algunos años hasta que huyeron del país y editaron, en Londres, The Reign of Dr. Joseph Gaspar Roderick de Francia in Paraguay(Vidaurreta, 1972; Piris, 2003).
Quizás por elaislacionismo del período francistaes que los historiadores y estudiosos de la vida social han restado importancia al trabajo de paraguayos que se resistieron a esta tendencia. Sin embargo, recientes hallazgos hacenposible afirmar que esto no fue así. Incluso en las peores épocas, cuando todo el conocimiento clásico se había aparentemente desvanecido y el paraguayo promedio tenía que concentrarse en sus cultivos y ganado, aún existía, aunque sólo entre unas pocas personas, un interés manifiesto en el mundo más amplio. Es cierto que después de 1814, cuando Francia estableció su régimen dictatorial, los hombres cultos se tornaron, en el mejor de los casos, inconvenientes para el funcionamiento de su gobierno. Muchos de ellos fueron arrestados, especialmente los extranjeros y aquellos de “limpio linaje”, a los cuales Francia consideraba una particular amenaza. Los historiadores han puesto de relieve la mano dura del Dictador y han señalado a los individuos que cayeron en desgracia y terminaron sus vidas en los calabozos de Asunción. Pero esta imagen es precisa sólo en parte. Aunque el Dictador cerró los colegios y no toleró las reuniones de clubes literarios, no planteó objeción a un aprendizaje elevado per se, en tanto tuviera lugar en forma discreta y no representabauna amenaza para el gobierno. Los más sabios dentro de los que querían continuar dichos estudios lo hicieron a la mayor distancia posible, ya que los subdelegados locales de Francia mostraron ser más tolerantes y educados que el Karaí Guazú.5 En cualquier caso, no es posible ignorar a esas personas que continuaron formulando preguntas sobre sí y sobre su sociedad. Aun en susurros, tenían cosas importantes que decir (ScavoneYegros & Whigham, 2006).Una prueba de esto es la localización, en la colección bibliográfica y documental del político e intelectual paraguayo Manuel Gondra, guardada en la Universidad de Texas,de tres estudios históricos del letrado José Falcón (1810-1881), que permanecían inéditos. Entre ellos figura un compendio de los principales acontecimientos políticos del Paraguay (desde la muerte del doctor Francia en 1840 hasta la del mariscal Francisco Solano López en Cerro Corá) al que su autor tituló Apuntes y documentos históricos y que parece ser sólo la última parte de un compendio de historia del Paraguay, escrito por autorización del gobierno.
Se sabe que Falcón se radicó, durante el gobierno de Francia, en Santa Rosa de Misiones bajo la protección de su tío Bernardo Pérez Grance, un rico hacendado de la zona. A finales de la década de 1820 y durante la de 1830, las Misiones paraguayas fueron uno de los pocos lugares en el país en las que un modesto volumen de información nueva logró filtrarse desde el exterior. A veces, esto no era más que un rumor apagado proveniente de los comerciantes brasileños de Itapúa, pero otras influencias pudieron ser más directas. Por ejemplo, en un pueblito no muy distante de Santa Rosa, vivió Aimé Bonpland, el botánico francés que acompañó a Alexander Von Humboldt en sus expediciones Río Orinoco arriba y que en ese tiempo fue mantenido cautivo por el gobierno de Francia por haber violado el territorio que el Dictador consideraba de la República. No existe registro alguno de que el joven Falcón se hubiera reunido con el científico francés (quien finalmente fue expulsado después de nueve años de cautiverio en 1831), pero Bonpland era el tipo de hombre que podía atraer al impresionable Falcón y enseñarle que lo que era local también era universal (ScavoneYegrosyWhigham, 2006).
Luego del fallecimiento de Francia, Falcón ingresó al servicio público como Oficial de la Secretaría de Gobierno, en la administración del presidente Carlos Antonio López (1844-1862). En 1854 se le encomendó organizar y dirigir el Archivo Nacional, en el que trabajó por muchos años y se convirtió en el mayor conocedor y estudioso de sus fondos documentales. Durante la guerra contra la Triple Alianza (1864-1870), fue nombrado Ministro de Gobierno y acompañó en ese carácter al mariscal López hasta Cerro Corá, donde fue apresado por las fuerzas brasileñas. Falcón adquirió importantes conocimientos sobre la historia y las cuestiones de límites entre el Paraguay y sus vecinos, y se sumergió entre los papeles viejos del Archivo Nacional. Reintegrado a la patria en noviembre de 1870, se le encargó la reorganización del Archivo Nacional. En estas circunstancias informó, tras constatar lo que había quedado, que el pueblo paraguayo guardaba en ese archivo preciosos documentos conservados desde su fundación y agregó:
"El archivo que he tenido a mi cargo antes de la guerra por espacio de seis años, para mis apuntamientos históricos, me ha dado motivo más que suficiente para haber conocido su gran importancia y lo destrozado que hoy se encuentra. [Este archivo] era la fuente donde se encontraban no solamente las cédulas, provisiones, órdenes y disposiciones reales de la Corona de España, sino también las poblaciones que desde el tiempo de la conquista se fueron formando sucesivamente; así como todos los acontecimientos ocurridos durante más de 300 años, los cuales hoy se encuentran sepultados en el abismo de la nada, sin que hasta ahora hubiese merecido escribir una historia completa de este fértil y delicioso suelo, por la incuria y absolutismo de sus gobernantes".6
Los Apuntes muestran que Falcón festejó la muerte de Francia, un déspota al que consideraba indigno de cualquier consideración humanay a la vez cuán complacido estaba del sistema político de Carlos Antonio López: finalmente su país tenía un gobierno que reconocía el potencial del Paraguay y deseaba diseñar un sistema político moderno adecuado a sus necesidades. El pueblo en general, como un resultado desafortunado de la negligencia colonial y francista, era prácticamente iletrado, y esto ejercía una presión adicional en la diminuta minoría educada. Al mismo tiempo, los Apuntesponen de manifiesto que el autor se sintió incómodo con ciertos aspectos de la práctica política del momento.
En la misma época en la que Falcón residía en las Misiones paraguayas, otro letrado paraguayo, Mariano Antonio Molas (1780-1844), redactó la Descripción histórica de la antigua Provincia del Paraguay. Había nacido en Asunción en 1780, ciudad en la que hizo sus primeros estudios para continuarlos luego en Buenos Aires, en el colegio carolino. Regresó al Paraguay en vísperas de los sucesos de Mayo y en el congreso del 17 de junio de 1811 fue quien argumentó la idea de la confederación con Buenos Aires. Fue amigo político de Francia y actuó a su lado desde 1811 hasta 1816. En la asamblea de este último año se opuso a la dictadura perpetua. Se retiró a la vida privada y ejerció el Derecho hasta que, en 1828, Francia lo acusó de mala práctica profesional y lo mandó detener. Permaneció en prisión doce años. Fue durante la reclusión cuando, según testimonios, se habría dedicado al estudio y habría preparado los originales de la Descripción histórica.A la muerte del Dictador, en 1840, Molas recuperó la libertad. Poco tiempo después se trasladó a vivir a la Villa de Pilar y allí falleció en 1844 sin que se hubiera impreso el texto. Recién en 1868, el argentino Ángel Justiniano Carranza lo publicaría en Buenos Aires. Explicaba, del siguiente modo, las razones de la tardía edición:
Este trabajo, debido a la pluma del ciudadano paraguayo Mariano Antonio Molas, fue compuesto en la mazmorra en que le sumió por largos años el bárbaro Francia, y a pesar de su concisión (lo que lo hace adaptable a la índole del enunciado periódico), entra en algunos detalles interesantes sobre la revolución pacífica que se operó en el Paraguay contra las autoridades reales, la noche del 14 de mayo de 1811. El señor Luciano Recalde tomó una copia del original con el objeto de que se insertara en las columnas de "El Grito Paraguayo", el cual apenas logró registrar algunos fragmentos: de consiguiente, casi en su totalidad es enteramente nuevo.7 (Molas,1868)
La Descripciónde Molas y los Apuntes de Falcón constituyen las dos primeras obras redactadas por letrados paraguayos luego de la independencia. Ciertamente no tuvieron formación para escribir historia, razón por la cual se los podría calificar de amateurs. Sin embargo, sobre todo en el caso de Falcón, es posible advertir cierto posicionamiento teórico y metodológico si se tienen en cuenta la importancia que le otorgó a sustentar sus escritos con documentos provenientes del archivo y el uso que hizo de otras fuentes. Aunque no nos es posible ir más lejos por el momento, quisiéramos señalar, sin embargo, que la inexistencia de una formación profesional específica no fue, necesariamente, sinónimo de malas prácticas en los dos autores.8
Un hecho notable ocurrido en 1835, cinco años antes del fallecimiento de Francia, fue la publicación en Buenos Aires del texto de Guzmán, gracias a la iniciativa de Pedro De Ángelis, quien con el escrito del paraguayo dio inicio a la famosa Colección de Obras y Documentos. Como ha sido apuntado más arriba, existen constancias de que desde 1612 circularon copias manuscritas aunque el original autógrafo nunca ha sido hallado. Efraím Cardozo sostiene, en relación con la circulación del texto paraguayo, que
"Revistando la historiografía del siglo XIX se advierte que nadie superaba a Díaz de Guzmán como autoridad; que así lo habría reconocidoBartolomé Mitre y que recién se indujo a la revisión de la obra como resultado de los trabajos de Ernesto Quesada, Mariano Pelliza, Juan María Gutiérrez y Blas Garay en los archivos de España y del Río de la Plata, los que hicieron posible la reconstrucción de los hechos no ya sobre la base del testimonio de los cronistas –fuente principal de la obra─ sino en atención a los testimonios documentales(Cardozo, 1959).
El hecho de que la obra de Ruy Díaz fuese publicada recién en el siglo XIX no fue, por otra parte, una excepción. También ocurrió con otros textos, como el de Guamán Poma de Ayala, terminado hacia 1615 y del cual nunca se tuvo noticia hasta que fue encontrado en la Biblioteca de Copenhague, a fines de la primera década del siglo veinte, o la obra de Bernardino de Sahagún, que recién comenzó a ver la luz hacia mediados del siglo XIX.
El fallecimiento de Francia, en 1840, modificó totalmente el panorama sociopolítico del Paraguay. Tras un breve interregno consular, asumió la presidencia el abogado Carlos Antonio López. Su administración representó, en el plano internacional, una modificación del enclaustramientofrancista; procuró atraer el reconocimiento de la independencia del Paraguay y promover la incorporación de tecnología e inmigración que impulsara el desarrollo económico del país.
Uno de los acontecimientos históricos acaecidos durante el primer año de su mandato fue decisivo para la formación de letrados paraguayos y la divulgación de la labor intelectual: la introducción de la primera imprenta civil. De hecho, el proyecto de Carlos Antonio López por desarrollar el país se sostenía en la imprenta como signo de progreso nacional. De este modo, desde 1845, se editó el primer periódico en la historia del Paraguay, El Paraguayo Independiente, y al año siguiente apareció la revista El Semanario.9Además de la imprenta, López creó las primeras instituciones pedagógicas y culturales desde la independencia. Fundó la Academia Literaria, en 1842, y contrató para ejercer labores docentes a Ildefonso A. Bermejo (1820-1892), maestro español de Cádiz. Bermejo se convirtió en el hombre de la cultura oficial paraguaya y López respondía con su contratación a la necesidad de importar las formas culturales europeas para empujar al Paraguay, según entendía, hacia el progreso civilizador y el racionalismo (Peiró, 2000). Llegó al Paraguay casi por accidente; emigrado político en Francia desde La Revolución Española de 1854, allí conoció a Francisco Solano López, hijo del presidente Carlos A. López, quien le prometió fortuna y bienestar en su país si lo acompañaba y lo auxiliaba en las reformas que pensaba introducir en la República. Ganó la confianza de López, quien le encargó la instalación de la Imprenta Nacional, en la que se publicó El Semanario con antiguas prensas de madera y gran escasez de caracteres hasta que Solano López trajo una nueva y completa de Francia. A Bermejo se debió también la organización del Aula de Filosofía, en la que surgió el primer grupo de escritores que se responsabilizó de la edición de La Aurora. Enciclopedia mensual y popular de ciencias, artes y literatura, la primera revista cultural paraguaya, que se editó entre el 1° de octubre de 1860 y mediados de 1861.Algunos de sus redactores fueron Mariano del Rosario Aguiar, Gumersindo Benítez y José Mateo Collar.10
A pesar del empuje progresista que López quiso conferir a su gobierno, a mediados de la década de 1850 su régimen político fue objeto de críticas por parte del periodismo de Buenos Aires, que se constituyó en difusor de las protestas y denuncias de los paraguayos que en esa ciudad tomaron partido por la oposición al gobierno de su país. Los periódicos bonaerenses denunciaron con frecuencia el autoritarismo de López, las trabas que imponía a la navegación fluvial y el monopolio que ejercía sobre el comercio de la yerba mate y las maderas. Un conjunto de cartas abiertas, artículos periodísticos y folletos publicados en distintas hojas porteñas durante los años 1857 y 1858 han sido recientemente recopilados, analizados y publicados ¿Acaso estaba el Paraguay regido por una “dictadura suspicaz” que oprimía y empobrecía al pueblo gracias al monopolio oficial?, ¿estaba la libertad política en entredicho al aspirar el presidente Carlos Antonio López a perpetuar en su familia el gobierno del país?, ¿o, por el contrario se trataba de un gobierno paternal, sagaz, caracterizado por el tacto y la discreción en sus procedimientos? ¿Era una administración progresista, un Estado que se empeñaba en educar a sus niños y jóvenes a través de múltiples y loables iniciativas? ¿Era el Paraguay una nación joven pero fuerte, que seguía con “respetuosa veneración” el impulso que le imprimía la sabiduría de su gobernante, decidida a resistir los designios de la ambición extranjera? En ese contexto, su régimen político fue cuestionado de manera especial; pero no sólo por los paraguayos Luciano Recalde y Manuel Pedro de Peña, y defendido por Juan José Brizuela. La controversia, desenvuelta en la prensa porteña, se amplificó a tal punto que el presidente López reclamó al gobierno del Estado de Buenos Aires por “la culpable tolerancia” con que dejaba propagar tales argumentos.
Como ha sido apuntado más arriba, estos textos contienen información valiosa, no únicamente acerca de la situación política, económica, social y cultural del Paraguay sino también acerca de las visiones del pasado y del pensamiento histórico, tanto de los opositores como de los simpatizantes del presidente López. Luciano Recalde tenía en ese tiempo veintiséis años de edad; había nacido en 1829 y quedó desde niño al cuidado de su abuela paterna, la señora Josefa Machaín de Recalde. Estudió en el colegio jesuita que funcionaba en Asunción a mediados de la década de 1840; después de prestar servicios militares por orden del gobierno paraguayo, partió en 1854 rumbo a Buenos Aires, donde contó con la protección de sus tíos Gregorio y Serapio Machaín y se asoció a sus actividades comerciales. Por su parte, Manuel Peña nació en Asunción en 1811. Cuando tenía 17 años fue llevado a prisión por comentarios imprudentes durante la dictadura del doctor Francia y permaneció en la cárcel pública durante trece años. Obtuvo su libertad tras la muerte del Dictador y desempeñó luego importantes funciones públicas. Según él, cayó en desgracia por su actuación en el Congreso de 1854, en el que no procedió a satisfacción del jefe de Estado. En enero de 1857 salió del país con destino a Buenos Aires. Desde las columnas de La Prensa se ocupó de publicar, durante los meses y años subsiguientes, una infinidad de cartas abiertas y artículos, que lo convirtieron en el más tenaz y encarnizado denunciante de los abusos, ciertos o inventados, del presidente Carlos Antonio López.
A este grupo, que se hizo visible a través de la pluma de Recalde y de Peña, se lo conoció, en el transcurso de la campaña de impugnación al gobierno de López, como los liberales paraguayos; obtuvieron fuertes respaldos por parte de influyentes escritores como Domingo Faustino Sarmiento y el chileno Francisco Bilbao. De hecho, Sarmiento escribió a Recalde una carta, que fue publicada a manera de prólogo de la Carta primera al presidente López del Paraguay, en la que el argentino sostuvo que el Paraguay se encontraba completamente alejado del mundo, como “una isla en medio de un mar de bosques” y que a nadie interesaba, excepto por sus eventuales posibilidades económicas.
Por su parte, Juan José Brizuela, quien se ocupó de rebatir las críticas de Recalde, era de igual o no mucha más edad. Llegó a Buenos Aires en 1846 y conformó allí una sociedad mercantil. Cuando en 1853 la legación del Paraguay acreditada ante varios países de Europa bajo la jefatura del general Francisco Solano López pasó por Buenos Aires, Brizuela se integró a ella. Como miembro de la misión diplomática cumplió sobre todo las funciones de intérprete por su dominio del francés.
Los materiales que han permitido la reciente reconstrucción de las polémicas sobre el Paraguay en la prensa bonaerense constituyen un corpus representativo de lo que, a mediados de los años ’50,se alegaba a favor o en contra del gobierno del presidente Carlos Antonio López en la ciudad de Buenos Aires; pero también permiten echar luz sobre el pensamiento histórico de los protagonistas (Scavone Yegros, 2010). De hecho, uno de los escritos de Brizuela llevó el título de Ojeada histórica del Paraguay; asimismo, quizás uno de los núcleos más apasionantes ─y urticante─ de la disputa fue que paraguayos y argentinos discutieron, siete años antes de su inicio, la posibilidad de llevar la guerra al Paraguay en la convicción de que su “liberación del régimen despótico de Carlos Antonio López” Scavone Yegros, 2010) requería de un impulso y auxilios desde el exterior.
La organización y el aumento del ejército y de la armada constituyeron puntos también importantes en el programa de gobierno de Carlos Antonio López, que al efecto contrató especialistas británicos. La mayoría de estos, que residieron en Paraguay entre 1855 y 1870, aproximadamente doscientos (Plá, 1984), fueron contratados para el ejercicio de la medicina, la explotación de la minería, la construcción de obras públicas. Asimismo, dentro del marco de empuje progresista que dio López al país, se insertó el apoyo que su gobierno prestó a la primera expedición naval científica, patrocinada por el gobierno de los Estados Unidos. Al mando del capitán Thomas Page, con cincuenta personas a sus órdenes a bordo del “WaterWitch”, reconoció y exploró el territorio hasta la frontera del río Apa. Page recogióminuciosamenteestaexperienciaenLa Plata, the Argentine Confederation and Paraguay being a narrative of the exploration of the tributaries of the river La Plata and adjacent cointries during the years 1853, 54, 55 and 56 under the orders of the United States Governmant, un textorobusto que vio la luz, porprimeravez, en Nueva York,en 1859.11
Lo referido hasta aquí permitiría afirmar que, a mediados del siglo XIX, el Paraguay resurgió como área de interés de conocimiento y de exploración. Es sugestivo que a poco de la designación de Carlos Antonio López para la Presidencia de la República, un naturalista sueco vivió en el país y fue testigo de la transformación que se operaba. Eberhard Munck of Rosenschold escribió sus impresiones en forma de cuatro cartas que fueron traducidas al portugués, al francés y al español. A grandes rasgos, el opúsculo de Munck contiene una reseña histórica de la que denomina “China americana” y menciona, en primer término, la actitud de reserva que sus habitantes guardaban con respecto a los extranjeros a consecuencia del aislamiento y prolongada incomunicación en que el Dr. Francia mantuvo al país. Esta situación excitó la curiosidad del autor y fue la motivación sicológica de su viaje. A través del sueco Munck recibimos la primera impresión del gobierno de Carlos Antonio López visto por un extranjero:
"López nunca salió de su país; no tuvo la menor parte en los negocios públicos: no pudo conocer las excelentes obras publicadas sobre los diversos ramos de la administración pública y economía política ni tener la menor noticia de los acontecimientos de Europa y América en los últimos veinte años…Vivió retirado en el campo donde meditó sobre la situación y necesidades de su país". [Vidaurreta, 1972]
¿Es este un alegato justificativo del peculiar sistema de gobierno de López o una sutil crítica del mandatorio? Parece más probable la primera proposición teniendo presente que el naturalista sueco elogió el licenciamiento gradual del ejército, la creación de escuelas primarias, el estímulo a la propagación del culto tan afectado por la falta de sacerdotes. O Paraguay, seu pasado, presente e futuro por un estrangeiro que residió seis annosnaquellepaizfue publicado en 1848, con los auspicios de la legación del Paraguay en la Corte do Brasil. La traducción portuguesa obedeció a la necesidad de crear una imagen favorable del país cuando el ministro en la Corte imperial, Juan Andrés Gelly (1792-1859), negociaba los tratados de alianza y límites con Saturnino de Souza e Oliveira. En el mismo año se publicó en Río de Janeiro una edición en francés en versión directa del sueco. Al año siguiente, el escrito fue traducido al castellano y publicado en Asunción en la imprenta del Estado. A pesar de que originalmente no se tuvo dudas acerca de la autoría de Munck y del rol de Gelly como traductor y editor de la obra, recientemente algunos estudiosos como R. Antonio Ramos y Efraím Cardozo han expresado su acuerdo en adjudicar a este último la autoría de las cartas atribuidas al naturalista sueco.12
Pues bien, fue en ese contexto delimitado por el esfuerzo del gobierno paraguayo por modificar el aislamiento internacional cuando apareció la primera historia compendiada del país de la pluma de un extranjero. Encargado de una misión científica en la América meridional por la Sociedad de Geografía de Francia, Alfredo Demersay había visitado fugazmente el Paraguay en la época de la dictadura de Francia, pero recién a comienzos de la década de 1860 publicó Histoirephysique, economique et politique du Paraguay. Elaborada en buena medida con los apuntes y notas que Bonpland proporcionó a Demersay, y aunque fragmentada y no actualizada, la obra prestó un valioso servicio al resultar fuente de lectura obligatoria para todos los viajeros que llegaron de Europa desde comienzos de esa década.
En los mismos añosen que apareció la de Demersay, se divulgóLa Republique du Paraguay, del coronel Alfredo M. du Graty, una obra a la que su autor definió como un conjunto de notas recogidas durante su viaje y estadía en el Paraguay así como “el resultado de reflexiones y estudio de algunas cuestiones del país” (du Graty, 1862)Después de una residencia de doce años en la Confederación Argentina cumpliendo variadas actividades al servicio del gobierno nacional, visitó el Paraguay. Consta que al momento de su estancia contaba con conocimientos de los autores que habían escrito sobre el país pero los consideró incompletos y no siempre objetivos al momento de redactar su libro;muy posiblemente sea du Graty el primero en criticar la principal fuente histórica sobre el Paraguay de ese tiempo al sostenerque, “aunque juzgo insuperados los escritos de Félix de Azara, Voyagesdansl’Amerique Meridionale(1809)”, habiendo transcurrido sesenta años desde su redacción parecía necesario dar cuenta de los cambios producidos en el país, ofrecer un libro actualizado que presentase, a los europeos un “nuevo Paraguay”, disociándolo del régimen de Francia, una figura que parecía no desvanecerse(du Graty, 1862).
El empuje por modificar el aislamiento internacional y promover el desarrollo cultural, exteriorizados por el gobierno de López, se vio dramáticamente detenido con el inicio, en 1864, de la guerra contra la Triple Alianza (Argentina, Uruguay, Brasil) —también llamada guerra del Paraguay—, que supuso, como todas las guerras, una ruptura intelectual; significó una interrupción traumática y, junto a la política de enclaustramiento francista, aparece como un condicionante principal en la evolución del proceso cultural paraguayo, por las tremendas consecuencias demográficas y el impacto sicológico que supuso la derrota.Habría que esperar hasta finales del siglo XIX para que emergiera una elite político-cultual, la denominada Generación del 900,que se encargaría de conformar el campo de la práctica de la historia en el Paraguay y haría posible la aparición de la historiografía nacional.
Relegada a la periferia de los intereses por los propios historiadores profesionales, la publicación de fuentes heterogéneas y los estudios recientes permiten dar cuenta no sólo de las peculiaridades de la escritura de la historia paraguaya, sino tambiéndemostrar que se ha vuelto nuclear si se aspira a una mejor comprensión de ese proceso en América Latina.
No obstante lo limitado de las pruebas disponibles aún y del estado aún fragmentario de la evidencia que poseemos, es posible sostener que la identificación totalizadora del aislamiento no basta para explicar la dinámica de la escritura de la historia en el Paraguay. Los recientes hallazgos han permitido conocer a letrados paraguayos que, como en el caso de José Falcón, se dedicaron a escribir historia en un escenario de completo aislacionismo internacional.
La introducción de la imprenta civil y el impulso progresista que el gobierno de Carlos Antonio quiso conferir a su gestión promovieron la formación de letrados paraguayos y la aparición de las primeras publicaciones impresas, luego de la independencia. Dan cuenta de esto, los estudios en torno a la revista La Aurora y la reciente recuperación de la disputa que se desenvolvió en Buenos Aires a mediados de los años ‘50, lo que, a su vez, contribuye a calibrar las visiones del pasado construidas por una pléyade de escritores paraguayos.
Aunque no se trata de un estudio exhaustivo, las notas resumidas aquí permitirían mostrar que la escritura de la historia en el Paraguay ya no está en la periferia del quehacer intelectual.
1 No han podido reconstruirse aún las circunstancias en las que se produjo cada una de las copias. Se ha sostenido que, al no contar con imprenta civil, habrían proliferado en el Paraguay las tareas de copistas (como ocurrió en el Brasil), pero no hay mayores certezas de ello.
2 Roberto Quevedo y Alberto M. Salas han contribuido a echar algo de luz sobre algunas de las incertidumbres en torno a la obra de Guzmán con la preparación de los volúmenes xl y xli de Historia Paraguaya, Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia (2000-2001), en el que compilaron y transcribieron manuscritos inéditos procedentes de repositorios paraguayos, españoles y franceses referidos al itinerario biográfico y a la obra de Ruy Díaz de Guzmán, tales como su foja de servicios militares y la restitución del título del manuscrito, que el autor quiso denominar Anales.
3 Posteriormente a estas dos obras, se publicaron obras de religiosos jesuitas que, sin haber estado en el Paraguay, se interesaron por su pasado, como la del polígrafo italiano Ludovico Antonio Muratori, quien en Il Cristianesimo Felice ofrecía, hacia 1743, una apología entusiasta de las Misiones del Paraguay. Su recepción —además de una edición italiana se hizo otra en francés— representó el primer impacto del caso paraguayo en la erudición europea. Igualmente, Pierre François Xavier Charlevoix se dedicó a escribir en Francia varias obras de historia relativas a los países en los cuales la Compañía desarrollaba su actividad misional; en 1756 publicó Histoire du Paraguay.
4 En el año 2003, Ernesto Maeder preparó una edición independiente de las partes del Diario de Aguirre, las denominadas Discurso histórico y Épocas de la provincia del Paraguay o prosecución del discurso histórico, tras un meritorio restablecimiento de los textos y la incorporación de las notas adicionales que su autor había dejado consignadas en el Cuaderno de notas pero que no pudo concretar antes de su fallecimiento. La Academia Paraguaya de la Historia publicó, por las mismas fechas el texto. Julio Ramón De César, Noticias del Paraguay. Estudio preliminar de Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone, Asunción, Academia Paraguaya de la Historia y Unión Académique Internationale, 2002.
5 En lengua guaraní significa Gran Jefe.
6 Austin, Universidad de Texas, Colección Manuel Gondra. José Falcón, Breve noticia sobre el estado mutilado del Archivo Nacional del Paraguay (Scavone Yegros & Whigham, 2006:69).
7 La primera edición paraguaya estuvo recién a cargo del diario La Reforma, en 1880, 123 páginas. Otra edición del libro de Molas fue a instancias del historiador Julio César Chaves (Buenos Aires, Ediciones Nizza, 1957, 159 páginas). Una reseña de los textos de Molas y de Juan Andrés Gelly la ofreció Juan Natalicio González en Letras Paraguayas, una obra que puede considerarse uno de los primeros intentos de construir una historia cultural del Paraguay.
8 Parece necesario ahondar en este sentido y mencionar que hubo una reciente recuperación de un conjunto inédito de testimonios de paraguayos que actuaron durante la guerra contra la Triple Alianza. El coronel Juan Crisóstomo Centurión memora que, en efecto, José Falcón fue designado, por Francisco Solano López, archivero general con el encargo de “reunir elementos para escribir la Historia del Paraguay” (Brezzo, 2015) y que con ese motivo escribió una importante colección de apuntes sobre los límites del Paraguay.
9 Otra cuestión a tratar, bien señala José Manuel Peiró, sería el que esta única imprenta, de tipos británicos –con las dificultades que representa para la reproducción de la ortografía del español-, estuviese utilizada con prioridad por el poder político para su beneficio propagandístico, puesto que ambas publicaciones ─El Paraguayo Independiente y El Semanario─divulgaban continuamente proclamas apologéticas de la política de López.
10 Desde hace poco tiempo se dispone de una edición facsimilar de los números de La Aurora. Enciclopedia Mensual y popular de Ciencias, Artes y Literatura con introducción, notas e índice a cargo de Margarita Durán Estragó.
11 Sólo desde hace poco tiempo se cuenta con una edición en español, bajo la dirección de Lorenzo Livieres Banks, con un estudio crítico de Ricardo Caballero Aquino y de Lorenzo Livieres Banks.
12 R. Antonio Ramos, uno de los historiadores paraguayos más reconocidos de la segunda mitad del siglo XX, publicó una biografía de Juan Andrés Gelly, en Buenos Aires, en 1972; en ella desarrolla los argumentos que sostienen su autoría. Ya años antes, J. Natalicio González publicó en París, en 1926, El Paraguay, lo que fue, lo que es, lo que será, con un extenso estudio preliminar en el que de manera indubitable indica la autoría de Gelly. De igual modo, en reediciones recientes de la obra se coloca a Juan Andrés Gelly como su autor. Hemos visto, por ejemplo, la reedición realizada por la editorial El Lector, en el año 1996.
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Fecha
de recibido: 6
de abril de 2015.
Fecha
de aceptado: 17
de julio de 2015.
Fecha
de publicado: 1
de diciembre 2015.
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